En 2022, Puerto Vallarta, Jalisco, llama la atención por el anuncio de ensamblaje de una catrina de 23 metros de altura con la que busca batir el récord Guinness de la catrina más alta del mundo, sin embargo, en el municipio veracruzano de Misantla ya está instalada una mucho más alta, ¡de 29 metros!
Este año la catrina luce el traje tradicional de misanteca y no es la primera vez que se convierte en un atractivo turístico; desde 2018 es invitada especial a las fiestas por Día de Muertos.
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Cada año, el encargado de diseñar el vestuario es el artesano Martín Rodríguez, quien ahora honra la indumentaria local con la creación de un vestido de manta blanca y flores de distintos colores, a juego con sus collares que en la noche tienen luz propia.
Una faja, unos vistosos aretes, el infaltable “quexquémetl” y una olla de barro complementan el traje de la catrina, sostenida por el asta bandera, en la Plaza de la Unidad y la Concordia.
De acuerdo con información del cronista Ángel Miguel Cuevas, la catrina empieza a ser vista por los pobladores con orgullo y como un símbolo indentitario, lo mismo que los altares que colocan para honrar a los difuntos.
¿Cómo celebran en Misantla el Día de Muertos?
En Misantla, opina el cronista, van en aumento las actividades artísticas y culturales para celebrar el juego de la vida y la muerte, en contraparte, ve una ligera reducción de las personas interesadas en hacer altares autóctonos para los difuntos.
A pesar de todo, celebra que la costumbre se mantenga en el pueblo de raíces totonacas de la región montañosa central de Veracruz.
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De las particularidades, destaca el altar autóctono y el “castellanizado”. En la mayoría de las casas ahora colocan uno que ha tomado elementos de otras regiones, así como el papel china, pero el autóctono tiene como estructura un arco con bejuco de parra, láminas de tallo de lirio blanco de ciénaga y mantel blanco.
“Se adorna con flor de cempasúchil y sempiterna, y ramos de la flor de mano de león, Lo blanco de los lienzos y el lirio, lo amarillo y morado de las flores, lo hacen vistoso y elegante aun en la sencillez de su elaboración”, expresa.
¿En qué consisten las ofrendas?
Ángel Miguel Cuevas menciona que a los muertos se les espera con pan de huevo, pan de granillo y tamales en sus distintas formas. También son infaltables los atoles de leche, el atole agrio, el champurrado con granos de cacao tostado y molido, el chocolate, figuritas de jamoncillo, dulces y golosinas, camotes hervidos, así como conservas de yuca y calabaza.
“No deben faltar en el altar, además de alimentos como el arroz y el mole, un vaso con agua y una lámpara de aceite; otros elementos son los cigarrillos y puros, aguardiente y vinos”.
El cronista afirma que las personas adultas mayores comentan que sus padres o sus abuelos les decían que la fiesta de Todos Santos tenía que celebrarse con devoción y en una completa armonía familiar, de lo contrario se podía caer en un castigo (algunas enfermedades).
Otra idea es que las puertas y ventanas de las casas se deben mantener abiertas en estos días para que las ánimas puedan entrar fácilmente a tomar la ofrenda y llevarse su esencia.
Se dice que si hay palomas, no se les debe espantar si se acercan a la ofrenda pues las ánimas pueden transformarse; también se acostumbra hacer una caminito con pétalos de flores de cempasúchil de altar a la puerta de la calle.
Enfatiza que para el mundo indígena totonaco, la festividad del Todos Santos se prolonga más allá de los días 1 y 2 de noviembre, pues se celebra la Actomaxat u octava, que indica poner nuevamente la ofrenda, porque aún las ánimas no se han ido.
“El indígena va al cementerio a limpiar las tumbas de los difuntos y cuando ya están arregladas, se les riega cal, como símbolo de vestido, luz y claridad que les permitirá a las ánimas emprender el regreso”.