Juan Filobello: 60 años entregados al arpa y al fomento de la música

Ha tocado en grupos internacionales como Tlen Huicani, Ballet Folclórico de la UV y Ballet de Amalia Hernández

Maribel Sánchez | Diario de Xalapa

  · miércoles 13 de julio de 2022

Juan Filobello con sus hijas arpistas Enriqueta y Franchesca | Foto: Cortesía Familia Filobello |

Reconocer la cultura del lugar de origen, preservarla y contribuir a salvaguardarla es un compromiso que asume el músico Juan Filobello, quien se acerca a los 60 años de trayectoria, 45 de ellos con Tlen Huicani y el Ballet Folklórico de la Universidad Veracruzana y tres con el Ballet de Amalia Hernández. Originario de Cerrillos de Díaz, municipio de Alto Lucero, es instrumentista y laudero e identificado como un personaje imprescindible en la historia de la música tradicional de Veracruz y del arpa jarocha.

En compañía de sus hijas, las arpistas Enriqueta y Franchesca, declara en entrevista que hay que encauzar a las nuevas generaciones hacia todo lo que les ayude a ser más humanos y sensibles. La música, afirma, sí tiene un poder transformador.

Los Filobello radican en Xalapa, pero con orgullo y emoción hablan de Cerrillos de Díaz, lugar al que siempre vuelven porque allí está su gente y uno de sus proyectos en común, el Festival Internacional de Arpa.

En la pequeña comunidad, la familia tiene la idea de echar a andar una escuela donde personas de todas las edades se acerquen a la música y valoren lo que allí sucede. Y es que esta tierra ubicada en la zona central del estado, con apenas unos mil habitantes, es conocida como cuna de arpistas y cada año atrae a más personas interesadas en la fiesta musical. Los Filobello son los iniciadores de esta celebración, que en 2022 llega a su 21ª edición el próximo 30 de julio desde las 13 horas en un foro que estrenarán los 30 solistas y grupos confirmados.

Detrás de este encuentro, que congregará a grandes personalidades del arpa, está la labor de personas con vocación de servicio que comparte proyectos y amor a la cultura, al arte y a la población de Cerrillos. ¿Pero cuáles son los orígenes?

Juan Filobello rememora que desde los ocho años tocaba la guitarra, sin embargo, el arpa no le llamaba tanto la atención. Su papá, Delfino, un día le dijo que le gustaría que le tocara el corrido “El hijo desobediente”.

“Y sí le cumplí. Aprendí a tocar el arpa, pero me enamoré y todavía estoy atontado por ella”, dice.

Juan Filobello es músico lírico y fue en el lejano 1966 cuando salió de su pueblo con destino a la hoy Ciudad de México, donde tocó al lado de familiares en cantinas, restaurantes y donde se pudiera. Logró así ser escuchado y reconocido hasta llegar a ser parte del equipo del Ballet de Amalia Hernández.

Familia Filobello en su visita al Diario de Xalapa | Foto: David Bello | Diario de Xalapa

En Xalapa, ciudad que lo acoge, radica desde 1974. Fue en este lugar donde se casó con Amalia Arauz y ha vivido experiencias inolvidables al lado de Tlen Huicani y el Ballet Folklórico de la Universidad Veracruzana, institución donde ya acumula 45 años de servicio. Xalapa es también la cuna de sus hijas Enriqueta, de 46 años, y Franchesca, de 36, quienes tienen en la memoria una infancia con música y con personajes como Alberto de la Rosa.

Enriqueta, con doctorado en educación, no deja de lado su gusto por el folklore. Desde niña le interesó más la danza, pero en los últimos años, motivada por su hermana menor, también es ejecutante de arpa. “Franchesca tiene disciplina”, expresa Enriqueta cuando se refiere a su hermana. Y es que la menor de los Filobello se ha ganado un lugar como ejecutante del arpa y ha hecho del Festival de Cerrillos un objeto de estudio.

Franchesca tiene entre sus recuerdos un Día del Niño con arpa como regalo, imágenes de los músicos de Cerrillos tocando varios instrumentos. También tiene en el corazón la idea de que el arpa es familia, encuentro y alegría.

Para el arpa hay un respeto de parte de todos, lo mismo que para los conciertos, y es que Juan Filobello enfatiza que cualquier presentación, por muy pequeña que parezca, es importante y merece toda la dedicación.

A sus 73 años, dice estar agradecido con el arpa, porque le ha dado una forma de vida donde es posible crear verdaderos lazos artísticos y de amistad, donde lo filial también se fortalece.