Conocer la historia, cantidad de murales y de sus autores que hay en la capital del estado es posible con un solo clic, pues el libro “Xalapa, reducto de la revolución muralista mexicana” ya está digitalizado y con acceso libre.
Editado por el Instituto Veracruzano de Cultura, el libro se puede descargar en https://veracruzcultura.com/publicaciones, pestaña Biblioteca digital; significa la oportunidad de adentrarse en el muralismo del lugar que es considerado el segundo del país con más murales, solo por debajo de Ciudad de México.
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En la presentación se afirma que el libro contribuye a llenar un vacío en la historiografía sobre el muralismo mexicano nacido a principios del siglo XX como expresión artística de la consolidación de una identidad nacional.
Añade que en el ámbito cultural, los pintores abandonaron la imitación de estilos extranjeros y buscaron en las raíces del pasado prehispánico, en el espíritu popular y en la inventiva de la fortaleza para crear un arte nuevo, sin prescindir de la estética vanguardista.
Así, “Xalapa dio cabida al desarrollo de artistas que continuaron las premisas del movimiento. Bajo el espíritu renovador de la Universidad Veracruzana, los entonces jóvenes Alberto Beltrán, Mario Orozco Rivera, Norberto Martínez, Teodoro Cano y, posteriormente, Melchor Peredo, conformaron una etapa de arte ya clásico en la cultura mexicana y universal”.
¿Qué murales de Xalapa son nombrados en libro?
En el texto introductorio, Melchor Peredo afirma que “el muralismo realizado en Xalapa por artistas locales y originarios de otras entidades geográficas tiene una importancia histórica relevante, pues no es un movimiento independiente de aquel que se inició en la capital de la República en el momento cultural de la Revolución Mexicana”.
Enfatiza que es significativo que quien realizara la primera pintura mural al fresco en el ex convento de San Ildefonso –después de los ensayos de Puvis de Chavannes en la Francia del siglo XIX– haya venido a Xalapa a proclamar, junto con Leopoldo Méndez, Manuel Maples Arce y Germán List Arzubide, la futurista declaración del estridentismo.
Entre una gran cantidad de datos históricos, acompañados de una cuidadosa selección de imágenes de los murales, Peredo convoca a hacer un viaje en orden cronológico.
Anota, por ejemplo, que para mediados de los 40, los artistas “se volvieron a los temas de apoyo de los movimientos populares del país y fraternizaron con las acciones nacionalistas de los gobiernos postrevolucionarios”.
En esta línea, para 1956, Ramiro Romo crea “Trabajadores del café”, en las instalaciones de la empresa Exportador de Café SA; dos años después, Francisco Eppens Helguera, autor del diseño actual del Escudo Nacional, pinta “El héroe de Nacozari”, en la Glorieta ferrocarrilera.
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En 1958 también quedó concluida una de las obras más preciadas, “Defensa, continuidad y destino de nuestra cultura”, de Mario Orozco Rivera, en el interior del Museo de Antropología y después trasladada a la Escuela Normal Veracruzana Enrique C. Rébsamen.
En el libro nombra los murales de Georges Vinaver, Pepe Maya, Fernando Ramírez Osorio, Pablo Platas, José Hernández Delgadillo, Sol Levenson y Alberto Beltrán.
También, los de Teodoro Cano, el papanteco de quien sobresalen “Agrarismo veracruzano”, “La psicología como ciencia”, “Historia de la educación federal”, “Historia de la Medicina”, “Homenaje a la reforma educativa liberal”, “La psicología frente al hombre” e “Historia de las banderas”.
“Xalapa, reducto de la revolución muralista mexicana” es pasado pero también presente y una invitación para salir a las calles y redescubrir con nueva mirada la herencia del movimiento muralista en el barrio Xallitic, el Paseo de Los Lagos, el interior del Palacio de Gobierno, la Glorieta José María Morelos y Pavón y diferentes recintos de la Universidad Veracruzana.