Jorge Luis Borges, uno de los escritores más destacados e influyentes de las letras hispanoamericanas, siempre voceado entre los candidatos a Premio Nobel de Literatura, murió sin haberlo recibido.
Lo mismo sucede ahora con el escritor israelí Amos Oz, quien es considerado uno de los autores más prestigiosos de su país y del mundo pero no recibió el máximo galardón de las letras, pese a ser siempre uno de los favoritos.
Amos Oz murió ayer, a los 79 años, víctima de cáncer. Su hija, Fania Oz-Salzberg, escribió en su cuenta de Twitter: "Mi querido padre acaba de fallecer de cáncer después de un rápido deterioro".
El también pacifista ganó decenas de premios, entre ellos el Príncipe de Asturias de las Letras (2007) y el Premio Israel de Literatura (1988). Fue miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes. Quedará la deuda eterna del Nobel de Literatura, el cual, argumentan algunos intelectuales, tendría que ver con sus opiniones críticas con los sectores más conservadores que dirigen su país.
Y es que Amos recibía continuamente amenazas de muerte e insultos. Era un abierto defensor de la solución de los dos estados y censuraba la construcción de asentamientos. También alertaba del riesgo de la llegada al poder de los fundamentalistas de cualquier religión, incluida la judía.
SEMBLANZA
El escritor nació en Jerusalén en 1939, cuando el territorio aún era Palestina bajo el mandato británico, y comenzó a publicar libros a los 22 años. Estudió filosofía y literatura en la Universidad Hebrea de Jerusalén. A lo largo de los años, Amoz publicó una veintena de libros, incluidas novelas, colecciones de relatos cortos y ensayos, y cerca de 500 artículos de opinión y ensayos, que vieron la luz tanto en prensa local como internacional. Entre sus libros más conocidos destacan La caja negra, En la tierra de Israel y Una historia de amor y oscuridad. Sus obras han sido traducidas a más de 45 idiomas.
En Una historia de amor y oscuridad dejó para la posteridad la siguiente frase: "Los libros me permitieron conocer tierras de nadie vertiginosas, comarcas de sombras entre lo permitido y lo prohibido, entre lo legítimo y lo excéntrico, entre lo normativo y lo bizarro".