Vestidos de tehuana, de novia, de fiesta, de gala o media gala, de luto y hasta de uso diario forman parte de la exposición “Mujer de encaje, de seda y sol… La mujer del Istmo y su indumentaria, una dualidad indivisible”, a la vista del público en las tres salas del Centro Recreativo Xalapeño.
Con un orden histórico y cronológico, el coleccionista René Ramírez Ordóñez da oportunidad de conocer la indumentaria de los pueblos originarios de Oaxaca, quienes, dice, “a lo largo de la historia han logrado conformar la más espectacular evolución de su identidad a través del vestido”.
El especialista destaca que esta vestimenta ha tenido una larga transformación que incluye influencias, mismas que le dan las características que actualmente tiene.
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“Lo indígena, manifestado en el antiguo enredo y huipil; lo español, en las ricas telas, colores y estilos con los bordados y el uso de la seda, y lo francés, visible en los encajes y galones de oro, todo aunado a la innata creatividad y el gusto por el color y el constante cambio, sin perder la médula de la tradición”.
La muestra da cuenta de cómo la istmeña ha creado una variedad de trajes que usa de acuerdo con las circunstancias de su entorno, así, se puede ver trajes de visita o los que lucen en las velas, bailes y bodas.
En un notable contraste, aparecen los trajes para guardar luto y los brillantes atavíos para capitanas y reinas. No puede faltar la prenda que identifica a la mujer del istmo, el huipil de tapar o de cabeza, llamado "resplandor".
Entre otros trajes, en el recorrido se puede ver uno de gala de 1940 con ramos de flores bordados, aunque se hace la especificación de que el más conocido y de imagen clásica aparece en la década de los años 30.
Uno de los huipiles más sobresalientes es uno de gala de 1942, considerado ejemplo del bordado nombrado "plumeado” por su aspecto de pintura al matiz, con el cual se logran efectos de sombra y luz. Sobresale también un traje bordado con aguja fina, algo que se ha dejado de practicar desde hace más de 75 años, por lo que se le considera una "obra maestra".
Infaltables aparecen el traje de reina de la vela "Zandunga" de Tehuantepec, confeccionado con brocados y galones, con "huipil de fleco de oro", y el de novia. Según la costumbre, puede ser bordado con flores o cadenilla, adornado con listones, galones o brocados, y con aplicaciones de flores naturales y palmitas de espárrago. Se complementa con el velo y corona de azahares, y el ramo, que antes era de flores de papel que “caían en cascada”.
René Ramírez apunta que los trajes en la antigüedad estaban confeccionados con telas de algodón importado de Inglaterra, sedas francesas y encajes de Holanda, con los cuales se crearon sobrios trajes. Además de la vestimenta, en “Mujer de encaje, de seda y sol…” es posible ver fotografías antiguas, adornos, mantones y hasta muñecas de barro "tanguyu”. Se les puede ver en Xalapeños Ilustres esquina con Insurgentes.