Las voces y las miradas de las dramaturgas no solo son importantes sino también necesarias para llevar al teatro temas atravesados por la mirada femenina, expresa la xalapeña Ana Lucía Ramírez Garcés, quien forma parte de la generación de escritoras para la escena con reconocimiento internacional.
“Sin romantizar la idea de ser mujer, sí creo que podemos hablar de todo pero desde un lugar diferente por cómo habitamos la ciudad y el mundo, desde el amor, el cuidado y una sensibilidad distinta”, declara en entrevista.
Ana Lucía Ramírez, quien ha escrito más de veinte obras escenificadas en México, Ecuador, España, Argentina, Colombia y Perú, ve el tiempo actual como uno muy importante para, desde el teatro, pensar y repensar, y concebir otro lugar para las nuevas generaciones.
“En las dramaturgas hay una mirada particular a nivel contexto, pero también por cómo nos ha marcado la forma en la cual nos educaron y nos enseñaron ‘el deber ser mujer’, y rompiendo esas barreras y tratando de quitar el patriarcado, desde dónde podemos y desde qué lugares podemos hablar”, manifiesta.
¿Cómo ve la maternidad la dramaturga Ana Lucía Ramírez?
La también actriz, docente, gestora y promotora cultural, y cofundadora de Área 51, Foro Teatral, ve en la maternidad y en sus distintas formas una fuente de mayor sensibilidad, un detonante para la creación al observar el crecimiento de otros y cómo esos otros se maravillan ante el mundo.
Al hacer un recuento de sus intereses temáticos, nombra, desde varios lugares, la exploración de los individuos fuera del sistema, de lo establecido, en una zona vulnerable o que no es del todo amable.
Sus afectos van hacia las vidas complejas, el tema de la herencia, el abandono, enmarcados en una dramaturgia autoficcional y biodramática a partir del yo.
¿Por qué escribir desde la vida misma?
La veracruzana, quien ha impartido talleres de dramaturgias del yo y cartografías de un cuerpo, comparte que a partir de las propias historias de vida se puede escribir y narrar, pues a final de cuentas, lo individual y lo personal termina siendo colectivo.
“Al narrarnos nosotras estamos narrando un contexto, un mundo. Ese tipo de poéticas me interesan ahora mismo, el tema de la maternidad, e incluso antes de ser madre, el pensar en las maternidades deseadas, las no deseadas, las que buscan y no lo tienen fácil, las maternidades disidentes…”.
Menciona que otro de sus temas recurrentes tiene que ver con la edad y con lo vivido por las mujeres de su generación.
“Estoy por estrenar ‘Aunque pensándolo bien la culpa es de Cristóbal Colón’, producción del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura. El estreno será en julio, y me he dado cuenta que mis obras han marcado los puntos medios, los 40 años; desde que tenía 20, mis personajes están en los 40, en mitad de la vida, en saber qué hacer y no hacer”.
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Redes sociales y la dramaturgia
Actualmente, a la dramaturga le inquieta lo relacionado con el impacto de las redes sociales, del bombardeo publicitario del deber ser o tener, con impacto en la salud mental.
Observa a la mayoría absorta en las redes sociales, “en lo que quiero, necesito, todo lo que nos dicen que debemos tener o hacer para ser exitosos: quién eres es qué tienes, cuánto has hecho, con la generación de depresión por no estar en ese lugar que mereces o te hicieron creer que debes estar”.
Ana Lucía reflexiona en la pérdida del contacto con las personas, el no poner la vista en lo humano: “¿Cómo podemos caminar sin detenernos a pensar en las atrocidades, y a pensar qué está pasando y qué estamos haciendo mal”.
Puntualiza que no le interesa solo mostrar lo sucedido sino también incluir la esperanza de si todos en algún punto volteáramos a ver a los demás y escucháramos, podríamos hacer del actual “un lugar un poquito mejor”.
Tras un camino recorrido que la identifica como una artista con trayectoria, Ana Lucía Ramírez dice vivir una etapa de aprendizaje constante, y de compartir lo aprendido y lo descubierto.
Además de invitar a consumir teatro hecho por agrupaciones independientes en la ciudad, invita a las personas interesadas en escribir a animarse y dejar a un lado la idea de que la escritura es algo solo para unos cuantos.
“Todas las personas tenemos algo que narrar, algo que nos ha pasado, y todo es susceptible de ser poetizado. Hay que tumbar el miedo a la hoja en blanco”, indica la cocordinadora del Festival de Unipersonales Xalapa.
La dramaturga celebra que, pese a las dificultades de hacer teatro independiente y en provincia, Área 51 se mantenga de pie, ofrezca teatro propio, de otras entidades y del extranjero, con una cartelera permanente de jueves a domingo, y talleres y cursos de profesionalización.