Eduardo Zappa, egresado de la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana (UV), es un convencido de que el quehacer pictórico y el arte, en general, ejercen un efecto benéfico en la población propia de los reclusorios denominados “centros de readaptación social”. En entrevista sobre sus experiencias hacia el interior del penal ubicado en la población de Pacho Viejo, indica que entre las personas privadas de su libertad (PPL es la denominación empleada en estos casos) no son pocos los casos de interesados en las ramas de la plástica. Por lo mismo, este artista participa en un programa que hace extensivo el arte hacia los internos, les orienta en sus inquietudes y en el logro de obras. “Es una labor que asea de muchas formas el ámbito carcelario”, indica.
Añade que, contrariamente a lo que tendemos a suponer, se trata de un contexto nada sórdido ni opresivo. Muchos de los internos están allí sin ser malas personas; no todos son asesinos o delincuentes irredentos, y a muchos se les recluyó debido a incidentes en que la mala fortuna fue el elemento fundamental. “Pero estos son asuntos que debo pasar por alto; no contemplamos a infractores de la ley, sino a personas a quienes podemos enseñar”. CAMINOS ENTRELAZADOS A lo largo de casi ocho años, Zappa ha llevado a efecto una serie de trabajos en Pacho Viejo.
El último de ellos se logró con el patrocinio de una empresa comercializadora de pinturas que donó los pigmentos para un mural que, finalizado, alcanza dimensiones de 14 metros de largo por 3.20 metros de altura. Se le ha denominado Caminos entrelazados. Lo anterior fue producto de un taller implementado en que participaron varias PPL, con amplia colaboración de los internos Jorge Eduardo “N” y Mauricio “N”. Se trata de gente sensible a la naturaleza del ejercicio y a quienes la serie de clases resultó atractiva. “Los alumnos entendieron perfectamente que no se requiere de un pigmento en especial, que podemos manejar cualquiera y, en este caso, empleamos pintura vinílica con excelentes resultados. Sólo es asunto de saber manejarla adecuadamente, aunque el mural se ubique a la intemperie”.
Zappa considera que ha sido una buena labor de conjunto en que las PPL aprendieron y pusieron en práctica teoría del color, texturas, formas y su aplicación mediante reglas de la pintura artística tradicional. Desde luego que no es asunto para pintores de casas y de brocha gorda. “Estoy convencido de que logramos un buen trabajo, por lo que no me queda más que agradecer a la firma comercial que nos proporcionó el material, así como a la Dirección de Prevención y Readaptación Social, que ha otorgado las facilidades para este logro”. Los proyectos inmediatos, apunta el entrevistado, incluyen talleres de escultura en madera y la posibilidad de realizar más murales en diversos espacios del mismo centro de reclusión.