/ domingo 6 de enero de 2019

En la Mira | El tercer ejército

"Un grupo de fotógrafos nos retratamos con unos pasamontañas (...) Por esta fotografía casi me corren de Proceso hace 25 años"

Corrían los primeros días de 1994 y frente al levantamiento zapatista en el sureste mexicano, ya éramos miles de periodistas los que recorríamos la zona. Fotógrafos, camarógrafos, cronistas, directivos y reporteros de todo el mundo abarrotábamos las calles, los hoteles, los cafecitos y las cantinas del entonces pequeño pueblito de San Cristóbal de las Casas en Chiapas.

Por esta fotografía que ahora les presento, casi me corren de Proceso hace 25 años. Resulta que en algún momento de ociosidad nocturna, un grupo de fotógrafos nos retratamos con unos pasamontañas que vendían en las calles del barrio donde nos hospedábamos; para entonces, la gente nos llamaba el “tercer ejército” por el enorme número de elementos visibles en la zona, en donde además de nosotros, sólo se veían soldados mexicanos y zapatistas en la clandestinidad.

Sigue A 25 años del EZLN y el movimiento armado que sacudió a México

En esta imagen aparecemos de izquierda a derecha con cámara en mano, primero quien esto escribe y enseguida los colegas Gerardo García de El Economista, Raúl Ortega de La Jornada, Luis Jorge Gallegos de Reforma y Fernando Castillo de Mic Photo Press, todos en el Hotel Casa Vieja. Ya no recuerdo si esta imagen la hizo Víctor Mendiola de La Jornada o Martín Salas de Imagenlatina; pero en cualquier caso, ese instante de chacoteo entre nosotros, terminó publicándose en la primera plana de La Jornada algunos días después; y en cuestión de horas, recibía en mi habitación un sobre con un mensaje desde la redacción de Fresas 13: “Regrésate a México, Don Julio está muy encabronado, te van a correr”.

De inmediato bajé al aeropuerto de Tuxtla Gutiérrez para tomar un vuelo a la Ciudad de México, sólo hasta entonces pude ver la foto del diario en cuestión porque en San Cristóbal los periódicos llegaban hasta la tarde; recuerden que hace 25 años, este era un mundo mucho más lento de lo que es ahora.

Imaginen que era más efectivo un mensaje en la recepción del hotel que un mail, era un planeta sin redes sociales, no existían Facebook ni twitter; la gente veía televisión, se estrenaban Los Simpson en TvAzteca; en la radio sonaba Nirvana y los adolescentes enloquecían con las Spice Girls; en la zona no existía red celular, no hacíamos foto digital, usábamos rollos de película, los colegas de diarios revelaban con químicos en sus habitaciones. Vamos, las revistas y los periódicos importaban. La gente salía de su casa y pagaba por informarse. Era otro mundo.

Según el INEGI, en 1994, en Chiapas había cerca de tres millones de habitantes y 700 mil eran indígenas. 1 de cada 3 por allá no sabían leer. Más de 2 millones vivían en pobreza absoluta. Chiapas era pues, el estado más pobre del país. Y aunque ahora a nivel nacional, la pobreza ha disminuido de 53% a 51% según la misma fuente, lamentablemente Chiapas se mantiene casi igual que hace dos décadas.

Así las cosas, en aquel contexto, volviendo a mi pequeño drama, llegué esa misma noche a la redacción de Proceso y me reporté con Vicente Leñero, entonces subdirector del semanario, Vicente me cuestionó sobre los motivos de habernos tomado esa foto y quería una explicación por su publicación en La Jornada.

En la imagen publicada no aparecían nuestros nombres, ni hacían referencia alguna a los medios que representábamos. Según yo, no había afectación alguna para nadie, sin embargo, era obvio que alguien al interior de la revista le había ido a calentar la cabeza a Scherer; Leñero me dijo, “olvídalo, ni te preocupes, yo hablo con Julio, tu regrésate a Chiapas”; al final ambos nos reímos de la historia y tan tan.

En el periodismo como en el país, la gente corre a distintas velocidades, siempre hay personajes conservadores y colegas mucho más contemporáneos, Vicente Leñero era de estos últimos. Se terminaba el siglo XX y ni México, ni nosotros, volveríamos a ser los mismos después de aquellos días.

Para mí en lo personal, esta imagen me recuerda siempre el origen y es un recuerdo permanente de otro mundo y otras realidades; pero al final, es testimonio fiel de un importante punto de partida clave en mi vida profesional que ahora comparto con ustedes. Así pues, abrazo para todos en este arranque de año y mis mejores deseos para 2019.


Corrían los primeros días de 1994 y frente al levantamiento zapatista en el sureste mexicano, ya éramos miles de periodistas los que recorríamos la zona. Fotógrafos, camarógrafos, cronistas, directivos y reporteros de todo el mundo abarrotábamos las calles, los hoteles, los cafecitos y las cantinas del entonces pequeño pueblito de San Cristóbal de las Casas en Chiapas.

Por esta fotografía que ahora les presento, casi me corren de Proceso hace 25 años. Resulta que en algún momento de ociosidad nocturna, un grupo de fotógrafos nos retratamos con unos pasamontañas que vendían en las calles del barrio donde nos hospedábamos; para entonces, la gente nos llamaba el “tercer ejército” por el enorme número de elementos visibles en la zona, en donde además de nosotros, sólo se veían soldados mexicanos y zapatistas en la clandestinidad.

Sigue A 25 años del EZLN y el movimiento armado que sacudió a México

En esta imagen aparecemos de izquierda a derecha con cámara en mano, primero quien esto escribe y enseguida los colegas Gerardo García de El Economista, Raúl Ortega de La Jornada, Luis Jorge Gallegos de Reforma y Fernando Castillo de Mic Photo Press, todos en el Hotel Casa Vieja. Ya no recuerdo si esta imagen la hizo Víctor Mendiola de La Jornada o Martín Salas de Imagenlatina; pero en cualquier caso, ese instante de chacoteo entre nosotros, terminó publicándose en la primera plana de La Jornada algunos días después; y en cuestión de horas, recibía en mi habitación un sobre con un mensaje desde la redacción de Fresas 13: “Regrésate a México, Don Julio está muy encabronado, te van a correr”.

De inmediato bajé al aeropuerto de Tuxtla Gutiérrez para tomar un vuelo a la Ciudad de México, sólo hasta entonces pude ver la foto del diario en cuestión porque en San Cristóbal los periódicos llegaban hasta la tarde; recuerden que hace 25 años, este era un mundo mucho más lento de lo que es ahora.

Imaginen que era más efectivo un mensaje en la recepción del hotel que un mail, era un planeta sin redes sociales, no existían Facebook ni twitter; la gente veía televisión, se estrenaban Los Simpson en TvAzteca; en la radio sonaba Nirvana y los adolescentes enloquecían con las Spice Girls; en la zona no existía red celular, no hacíamos foto digital, usábamos rollos de película, los colegas de diarios revelaban con químicos en sus habitaciones. Vamos, las revistas y los periódicos importaban. La gente salía de su casa y pagaba por informarse. Era otro mundo.

Según el INEGI, en 1994, en Chiapas había cerca de tres millones de habitantes y 700 mil eran indígenas. 1 de cada 3 por allá no sabían leer. Más de 2 millones vivían en pobreza absoluta. Chiapas era pues, el estado más pobre del país. Y aunque ahora a nivel nacional, la pobreza ha disminuido de 53% a 51% según la misma fuente, lamentablemente Chiapas se mantiene casi igual que hace dos décadas.

Así las cosas, en aquel contexto, volviendo a mi pequeño drama, llegué esa misma noche a la redacción de Proceso y me reporté con Vicente Leñero, entonces subdirector del semanario, Vicente me cuestionó sobre los motivos de habernos tomado esa foto y quería una explicación por su publicación en La Jornada.

En la imagen publicada no aparecían nuestros nombres, ni hacían referencia alguna a los medios que representábamos. Según yo, no había afectación alguna para nadie, sin embargo, era obvio que alguien al interior de la revista le había ido a calentar la cabeza a Scherer; Leñero me dijo, “olvídalo, ni te preocupes, yo hablo con Julio, tu regrésate a Chiapas”; al final ambos nos reímos de la historia y tan tan.

En el periodismo como en el país, la gente corre a distintas velocidades, siempre hay personajes conservadores y colegas mucho más contemporáneos, Vicente Leñero era de estos últimos. Se terminaba el siglo XX y ni México, ni nosotros, volveríamos a ser los mismos después de aquellos días.

Para mí en lo personal, esta imagen me recuerda siempre el origen y es un recuerdo permanente de otro mundo y otras realidades; pero al final, es testimonio fiel de un importante punto de partida clave en mi vida profesional que ahora comparto con ustedes. Así pues, abrazo para todos en este arranque de año y mis mejores deseos para 2019.


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