Muy parecido al “huevo cósmico” que estuvo en un estado de alta densidad y después estalló para no dejar de expandirse en lo que hoy entendemos como universo, el muralismo mexicano encontró sus orígenes en el Antiguo Colegio de San Ildefonso y no ha parado de transformase, incluso más allá del territorio nacional. Con este símil Eduardo Vázquez Martín, Coordinador Ejecutivo del Antiguo Colegio de San Ildefonso, dio apertura a la primera de las charlas que organiza la CDMX como invitado de honor de la 50 edición del Festival Internacional Cervantino.
Con un lleno total en el estrecho auditorio de la Casa Diego Rivera, Eduardo Vázquez y la investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, Sandra Zetina, explicaron los orígenes ideológicos del Muralismo mexicano, el cual comenzó con el gran mural de Diego Rivera, titulado La creación, mismo que se encuentra en el Anfiteatro Simón Bolívar en aquel antiguo edificio jesuita del Centro Histórico de la Ciudad de México.
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Origen utópico
Así, el coordinador universitario, mencionó que entre los antecedentes de este movimiento pictórico se encontraba el término del periodo más violento de la Revolución Mexicana bajo el régimen de Álvaro Obregón. Éste, en la búsqueda de lograr la unificación social, recurrió al apoyo del gran pensador José Vasconcelos quien creó una serie de proyectos educadores, como las llamadas Misiones culturales, la publicación y distribución de libros, y la creación de instituciones, entre ellas la Escuela Nacional Preparatoria en la que incluyó la pintura como promotora de la educación; todo con una visión humanista que inspiraba el renacimiento de México.
“Vasconcelos sabía del papel que habían jugado las artes visuales y el muralismo en la formación de la cosmovisión de nuestro país en el México prehispánico, desde los murales de Palenque, hasta los relieves de las pirámides de Tenochtitlán y la evangelización, la cual no habría sido posible sin todo el arte que tenemos hoy en nuestras iglesias que narraban toda la imaginería católica”, explicó Eduardo Vázquez Martín.
También mencionó que otro gran antecedente fue la gran popularidad de las ideas marxistas y el entonces reciente triunfo de comunismo en Rusia, los cuales influyeron en la educación y pensamiento de los primeros pintores que fueron convocados por Vasconcelos quienes viraron su arte hacia una estética anticolonialista, pero que en un extraño oxímoron también recuperaban las ideas clásicas occidentales, con lo cual buscaban acercarse al pueblo mexicano.
La creación
Por su parte, Sandra Zetina, desentrañó el complejo significado del mural La creación, de Diego Rivera el cual por convenio académico se ha dicho que es la obra inaugural del muralismo mexicano, aunque se conocen otros anteriores de los pintores Dr. Atl y Roberto Montenegro.
“Este mural generó una nueva relación con el espacio y la arquitectura. Aunque un poco injusto, los otros murales pertenecen a una etapa anterior, ligada a la figuración europea. De alguna manera, a partir de La creación ya hay una prefiguración nacional y universal”.
Comentó que a pesar de que Diego Rivera tenía una amplia formación artística en Europa, donde formó parte del movimiento cubista, la estética que vemos en ese mural es una especie de “indigenismo primitivista”, deliberadamente simple, estética que después perfeccionó el pintor en sus otros trabajos, como los murales que realizó en la Secretaría de Educación Pública.
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Tras el análisis de las combinaciones de elementos religiosos y mitológicos cristianos y clásicos ―Las virtudes teologales y las musas, a los extremos; así como una representación del mito de Adán y Éva al centro de mural, en marcado por un Cristo mexicanizado― la especialista explicó que se La creación trata de una “Alegoría al conocimiento”, en la que también Rivera transformó la estética femenina y buscó reflejar la combinación de razas en México, el cual también era el sueño de Vasconcelos.