Beatriz Espejo (Veracruz, 1939), ganadora del Premio Nacional de Bellas Artes y Literatura 2023, se asume como escritora feminista, sin embargo, aclara que más allá del tema de una obra o de quién escriba, en las letras, ella es objetiva, “lo más importante es la calidad”.
En visita a Xalapa, la profesional que ha combinado su carrera literaria con la docencia, la investigación y el periodismo declara seguir en activo a sus 84 años, con la redacción de su autobiografía, la reciente entrega de “Los eternos dioses” y la participación como jurado en distintos premios.
Leer textos actuales, donde lo doméstico desde las plumas femeninas puede o no estar presente, le permite declarar que las mujeres en los últimos años escriben cada vez más, lo cual se debe celebrar, sin nublar la razón, “tanto hay narrativas muy buenas como regulares”.
Destaca otro punto, el alargamiento de algunas novelas con el deseo tácito de que sirvan para Netflix, “el sueño dorado de todas y todos los escritores jóvenes”.
“Tienen posibilidad de ganar millones, pero destruyen su obra. Cada texto debe terminar como él mismo te lo indica”.
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Con más de 80 cuentos publicados y las novelas “¿Dónde estás corazón?”, “Todo lo hacemos en familia” y “Los eternos dioses”, Beatriz Espejo ve el feminismo como el empoderamiento de las mujeres en un mundo compartido -no de lucha- con hombres.
Recuerda los tiempos en los cuales fundó la revista “El rehilete”. Apenas tenía 21 años y reunió un directorio completo de mujeres, pero donde lo mismo se le daba oportunidad a las nuevas plumas de ellas y ellos, como a personas de renombre, entre ellas, Carlos Pellicer.
Otra memoria compartida es con sus primeros amigos, Rubén Bonifaz Nuño y Pablo González Casanova, a quienes les leía sus primeros escritos, en el género de la poesía.
“Nunca me desanimaron. Yo sola me di cuenta que mis poemas eran una porquería. Me volví fundamentalmente narradora”.
Literatura-Infantes
La autora, quien acepta que la gran mayoría de su trabajo literario se centra en la psicología femenina por serle lo más conocido, también habla de la importancia de mantener y crear espacios para acercar a niñas y niños con los libros.
Invitada a la 34ª Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil de la Secretaría de Cultura de Veracruz, festeja la existencia de encuentros de este tipo.
“Nunca había ido a una feria de este tipo. Es la mejor manera de acercarlos a la literatura. Otros espacios son las escuelas. En el caso de la poesía, hay muy pocos maestros interesados en ponerlos a leer. A mi juicio, es el género más difícil que existe”.
Docencia-Digital
Beatriz Espejo, con trayectoria docente en la Universidad Nacional Autónoma de México, ve como “terrible” el tiempo que los jóvenes dedican a los dispositivos electrónicos.
Hasta 2014, ella todavía se desempeñaba como académica. Tras la muerte de su esposo, disminuyeron el entusiasmo y el vigor para estar frente del aula, pero ese no fue el detonante para dejar el magisterio.
“El principal motivo para retirarme fue que en lugar de leer los libros que les dejaba, todo lo consultaban en el teléfono. Eso me parecía detestable. No había manera de quitárselos. Lo digital es muy nocivo”.
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Investigadora
La investigadora del Centro de Estudios Literarios-UNAM ahonda en su trabajo actual, autobiografía de 208 páginas que prevé llegue a las 300. Estará lista este año y, adelanta, tendrá anécdotas, algunas ya conocidas y otras no develadas, incluidas las vividas con personajes de la vida pública a quienes entrevistó en su faceta como periodista cultural.
Al referirse a este oficio, destaca la importancia de darle valor y espacio, sobre todo si hay personas con herramientas para efectuarlo.
“A veces los periodistas llegan y preguntan si uno escribe de día o de noche. Con eso bajan los ánimos. El periodismo cultural es muy difícil, requiere estudio y preparación, y quienes cuenten con alguien que lo pueda ejercer, la sugerencia es que lo impulsen”.
“A pesar de ser el menos valorado y el peor pagado, el periodismo cultural es fundamental para los artistas, para los escritores… Ahora hay muy pocos espacios. Es muy lamentable”, añade.
Beatriz Espejo, quien afirma haber pasado por momentos de depresión tras la partida de su esposo, el escritor, ensayista y crítico literario Emmanuel Carballo, dice tener una etapa de ánimo y entusiasmo.
La entrega el pasado mes de febrero del Premio Nacional de Artes y Literatura, en la categoría de Lingüística y Literatura, la mantiene con la energía para seguir produciendo.
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La doctora en Letras Españolas radicada en la Ciudad de México es considerada una de las mejores cuentistas mexicanas y, además de la máxima distinción que otorga el gobierno mexicano, acumula un sinnúmero de reconocimientos. Al preguntarle si le gustaría ver su autobiografía en alguna plataforma de “streaming”, declara que ese no es uno de sus sueños.