/ lunes 15 de abril de 2019

In Vivo / Relaciones planta-animal en la naturaleza

Es de vital importancia entender las interacciones entre especies, ya que de ellas depende la diversidad genética de muchas plantas

La biodiversidad y funcionamiento de los ecosistemas no sólo dependen del número de especies que habitan en ellos, sino que están determinados en gran medida por las relaciones o interacciones que se dan entre los organismos de distintas especies, y pueden aportar distintos beneficios a las poblaciones humanas, a través de los llamados servicios ambientales (regulación del clima, suministro de agua y alimentos, culturales y estéticos).

Para facilitar la comprensión de las interacciones entre las especies, éstas se han clasificado en positivas (mutualistas), es decir, que pueden beneficiar a las especies interactuantes, o negativas (antagonistas), que pueden ser dañinas para los participantes, tales como el parasitismo, la herbivoría y la depredación de semillas, entre otras.

Foto: Cortesía

También existen relaciones en las que existe un efecto neutro para uno de los participantes (comensalismo/amensalismo), por ejemplo, la relación entre las orquídeas o bromelias que viven sobre los troncos de los árboles, y que obtienen nutrientes sin dañar al árbol que las hospeda.

Ejemplos conocidos de relaciones planta-animal incluyen la dispersión de las semillas de las plantas, ya que muchas especies de plantas requieren que sus semillas germinen lejos de la planta madre y los animales pueden cumplir esta función al transportarlas a sitios adecuados de germinación, ya sea que las ingieran y excreten, las transporten pegadas a su pelaje/plumas o que las transporten de forma secundaria (p.ej. hormigas). La fitofagia o herbivoría es un antagonismo importante que consiste en la ingesta de tejido vegetal de las plantas por parte de los animales, que, en casos extremos puede mermar poblaciones enteras de plantas, limitar su establecimiento o incluso, ciertos insectos pueden crecer exponencialmente convirtiéndose en plagas, con repercusiones para el ser humano, particularmente si se trata de plantas de importancia agrícola, alimenticia o forestal (Foto 1).

Foto: Cortesía


Por último, la polinización es una interacción planta-animal muy importante pues permite la reproducción y crecimiento poblacional de muchas especies de plantas, además de que provee servicios ecosistémicos y beneficios a la humanidad por las plantas cultivadas, particularmente las de valor alimenticio o agrícola (Foto 2). Otra interacción muy interesante en la naturaleza es la que ocurre entre las plantas y las hormigas, donde éstas últimas defienden a la planta de sus herbívoros mientras que las plantas a cambio ofrecen alimento (ej. néctar en hojas y tallos) y refugio a las hormigas.

El enfoque de redes: relaciones en la sociedad y entre las especies

En la actualidad, las interacciones de los seres humanos se han acrecentado a una velocidad sin precedentes con la llegada de las llamadas redes sociales con plataformas tecnológicas, tales como Whatsapp, Facebook, Instagram, entre otras. Estas redes sirven para comunicarnos, integrarnos en comunidades con intereses afines y establecer relaciones tales como trabajo o amistad con otras personas que pueden vivir del otro lado del mundo.

El enfoque de redes de interacción, aunque parece muy nuevo, ha sido estudiado desde hace muchos años por científicos sociales y por físicos, pero además, han existido siempre en la naturaleza, dado que las especies no están solas, sino que están inmersas en complejas redes de interacciones con otros organismos, ya sea de su misma especie o con otras especies.

Hoy en día es de vital importancia entender las interacciones entre especies, ya que de ellas depende la diversidad genética de muchas plantas, así como el funcionamiento de los ecosistemas y por tanto los servicios ecosistémicos que brindan al hombre (por ejemplo, plantas maderables, fibras, compuestos activos utilizados para fabricar medicinas, etc).

Además, estas interacciones han favorecido la adaptación y coevolución de las especies interactuantes en sus ambientes. El estudio de las interacciones entre especies se ha abordado a través de la teoría de grafos, donde se visualiza un diagrama con nodos y líneas interconectadas.

Los nodos representan a las especies y las líneas las uniones o interacciones entre éstas. Estas líneas pueden ser de diferente grosor y son indicativos de la intensidad de la interacción, o dicho en otras palabras, cuáles son las interacciones y las especies más importantes (Esquema 1).



Considerando que las actividades humanas son la principal amenaza a la persistencia de las especies, es importante visualizar que la pérdida de una especie puede afectar a otras especies del mismo o de diferente nivel trófico y así modificar la estructura y la dinámica de las comunidades.

Además, el enfoque de redes permite conocer que tan resistente es una comunidad o ecosistema a la pérdida de especies, y detectar que especies juegan papeles importantes en la estabilidad de dicho ecosistema; con esta información los seres humanos y tomadores de decisiones podemos realizar adecuados esfuerzos o actividades de conservación.

La biodiversidad y funcionamiento de los ecosistemas no sólo dependen del número de especies que habitan en ellos, sino que están determinados en gran medida por las relaciones o interacciones que se dan entre los organismos de distintas especies, y pueden aportar distintos beneficios a las poblaciones humanas, a través de los llamados servicios ambientales (regulación del clima, suministro de agua y alimentos, culturales y estéticos).

Para facilitar la comprensión de las interacciones entre las especies, éstas se han clasificado en positivas (mutualistas), es decir, que pueden beneficiar a las especies interactuantes, o negativas (antagonistas), que pueden ser dañinas para los participantes, tales como el parasitismo, la herbivoría y la depredación de semillas, entre otras.

Foto: Cortesía

También existen relaciones en las que existe un efecto neutro para uno de los participantes (comensalismo/amensalismo), por ejemplo, la relación entre las orquídeas o bromelias que viven sobre los troncos de los árboles, y que obtienen nutrientes sin dañar al árbol que las hospeda.

Ejemplos conocidos de relaciones planta-animal incluyen la dispersión de las semillas de las plantas, ya que muchas especies de plantas requieren que sus semillas germinen lejos de la planta madre y los animales pueden cumplir esta función al transportarlas a sitios adecuados de germinación, ya sea que las ingieran y excreten, las transporten pegadas a su pelaje/plumas o que las transporten de forma secundaria (p.ej. hormigas). La fitofagia o herbivoría es un antagonismo importante que consiste en la ingesta de tejido vegetal de las plantas por parte de los animales, que, en casos extremos puede mermar poblaciones enteras de plantas, limitar su establecimiento o incluso, ciertos insectos pueden crecer exponencialmente convirtiéndose en plagas, con repercusiones para el ser humano, particularmente si se trata de plantas de importancia agrícola, alimenticia o forestal (Foto 1).

Foto: Cortesía


Por último, la polinización es una interacción planta-animal muy importante pues permite la reproducción y crecimiento poblacional de muchas especies de plantas, además de que provee servicios ecosistémicos y beneficios a la humanidad por las plantas cultivadas, particularmente las de valor alimenticio o agrícola (Foto 2). Otra interacción muy interesante en la naturaleza es la que ocurre entre las plantas y las hormigas, donde éstas últimas defienden a la planta de sus herbívoros mientras que las plantas a cambio ofrecen alimento (ej. néctar en hojas y tallos) y refugio a las hormigas.

El enfoque de redes: relaciones en la sociedad y entre las especies

En la actualidad, las interacciones de los seres humanos se han acrecentado a una velocidad sin precedentes con la llegada de las llamadas redes sociales con plataformas tecnológicas, tales como Whatsapp, Facebook, Instagram, entre otras. Estas redes sirven para comunicarnos, integrarnos en comunidades con intereses afines y establecer relaciones tales como trabajo o amistad con otras personas que pueden vivir del otro lado del mundo.

El enfoque de redes de interacción, aunque parece muy nuevo, ha sido estudiado desde hace muchos años por científicos sociales y por físicos, pero además, han existido siempre en la naturaleza, dado que las especies no están solas, sino que están inmersas en complejas redes de interacciones con otros organismos, ya sea de su misma especie o con otras especies.

Hoy en día es de vital importancia entender las interacciones entre especies, ya que de ellas depende la diversidad genética de muchas plantas, así como el funcionamiento de los ecosistemas y por tanto los servicios ecosistémicos que brindan al hombre (por ejemplo, plantas maderables, fibras, compuestos activos utilizados para fabricar medicinas, etc).

Además, estas interacciones han favorecido la adaptación y coevolución de las especies interactuantes en sus ambientes. El estudio de las interacciones entre especies se ha abordado a través de la teoría de grafos, donde se visualiza un diagrama con nodos y líneas interconectadas.

Los nodos representan a las especies y las líneas las uniones o interacciones entre éstas. Estas líneas pueden ser de diferente grosor y son indicativos de la intensidad de la interacción, o dicho en otras palabras, cuáles son las interacciones y las especies más importantes (Esquema 1).



Considerando que las actividades humanas son la principal amenaza a la persistencia de las especies, es importante visualizar que la pérdida de una especie puede afectar a otras especies del mismo o de diferente nivel trófico y así modificar la estructura y la dinámica de las comunidades.

Además, el enfoque de redes permite conocer que tan resistente es una comunidad o ecosistema a la pérdida de especies, y detectar que especies juegan papeles importantes en la estabilidad de dicho ecosistema; con esta información los seres humanos y tomadores de decisiones podemos realizar adecuados esfuerzos o actividades de conservación.

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