Cuando en 2008 Agnès Hélène llegó a Xalapa procedente de su natal La Richardière, Francia, halló un movimiento artístico que no sólo la sedujo sino que la convenció de hacer sus estudios profesionales en literatura e idiomas y, a la par, adentrarse aún más en el mundo de la música.
Aunque el gusto por esta manifestación artística no surgió en la capital veracruzana, porque su padre se había encargado antes de transmitirle la pasión por la generación y apreciación de sonidos y ritmos, declara en entrevista que sí fue en estas tierras donde vislumbró nuevos panoramas y donde ahora celebra el lanzamiento de su EP Viaje en un mar de bucles con el sello Finite Music.
La presentación, programada para el próximo 14 de febrero a las 20 horas en la Plaza San José, cobra una especial relevancia porque a su proyecto se han sumado otros artistas.
El resultado es un espectáculo multidisciplinario que, si bien tiene como propósito dar a conocer la música, no resulta menos importante la incorporación de pantallas en las que el público podrá observar la interacción que tendrá con los artistas visuales Antílope y Sergio Ramírez, además de conocer la propuesta de la cantante y actriz argentina Flor Bobadilla Oliva.
MUJER ORQUESTA
Agnès Hélène se considera afortunada de vivir en Xalapa. Aunque lamenta las dificultades que tienen los artistas independientes para lograr materializar sus propuestas, cree que es muy valiosa la existencia de una gran cantidad de artistas de distintas áreas que están abiertos a la colaboración, lo cual posibilita la creación de novedosas propuestas para el público.
Agnès Hélène puede ser descrita como “mujer orquesta”, pues además de cantar y componer, toca la trompeta y el teclado, y con su voz hace el sonido del bajo y la batería.
En la presentación que tendrá, y que repetirá el día 15 en La Moderna, sonarán el indie vocal, el pop, el folk y canciones en las que habla de sus propias experiencias, en las que son fundamentales los viajes, la lucha contra los estereotipos, la multiculturalidad, la importancia de compartir y la amistad.
Emocionada, invita a la comunidad xalapeña y visitantes a disfrutar el arte, del que declara que es desafortunado que sea una alternativa que pocos tenemos. “Desgraciadamente aún es difícil que el arte llegue a todos y por eso me gusta tocar en espacios públicos. Estoy convencida de que el arte nos ayuda a escapar de la realidad, que en estos momentos es muy fuerte. En Francia, igual que en México, cuesta mucho relajarse. El estrés hace de las suyas, pero ahí el arte puede verse como una medicina”.
En tiempos convulsos, Agnès Hélène se dice orgullosa de formar parte de la comunidad artística, que en un acto de resistencia genera actividades que resultan experiencias agradables.
¿El arte puede cambiar al mundo? No lo sabe, pero sí trabaja por demostrar que es una ilusión válida que a todos nos hace mucho bien.