SAN SEBASTIÁN. Segura de no haber podido hacer cine de no vivir en México, la cineasta nicaragüense Laura Baumeister presentó en San Sebastián, La hija de todas las rabias, una historia de contrastes, con dolor y ternura, de niños viviendo en un basurero, con la que compite en la sección Nuevos Directores, de la edición 70 del Festival Internacional de Cine de esta ciudad del norte español, que concluye este sábado.
“La historia surge en un lugar que yo conocí hace 16 años más o menos, cuando en mi bachillerato tuve que hacer un trabajo social de ir a alfabetizar y estuve tres meses en las comunidades de la periferia del basurero y me encontré con esta realidad que me conmocionó y en ese entonces yo no tenía las herramientas para entender por qué era que me había impactado tanto”, indicó en entrevista.
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Se refirió al nivel del dolor que produce ver un lugar así, “además de la fascinación que me produjo a mí ver los niños y las niñas que yo conocí en ese momento, y lo que a mí me emocionó es que en medio de toda la adversidad, ellos tenían una inventiva, una recursividad, eran profundamente creativos para inventar historias y a mí me gustan las historias desde que tengo memoria”.
Señaló que se quedó clavada con ese recuerdo, luego estudió sociología, cine, hizo cortometrajes y al ser inminente la posibilidad de hacer un largometraje, volvió a la idea del basurero bajo la situación de que antes había trabajado la relación madre e hija, la corporalidad, así como la deconstrucción de esa corporalidad a partir de estas fronteras humano-animal.
En el filme, situado en Nicaragua, María de 11 años, vive con su madre Lilibeth al borde de un inmenso basurero. Su futuro depende de vender una camada de cachorros pura raza a un pandillero de la zona. Cuando el trato fracasa, Lilibeth se ve obligada a ir a las afueras de la ciudad y dejar a María en una fábrica de reciclaje donde debe quedarse trabajando y mientras pasan los días, la madre no regresa.
La hija de todas las rabias es el primer largometraje de Laura Baumeister, quien aseguró que supo que quería hacer cine cuando vio Amores perros, a los 15 años. “A mí me encantaban las películas, pero era difícil en Nicaragua, no había cines, salíamos de una guerra, muchas cosas estaban pasando, y vi esta película hablada en español y además tiene una serie de dramas y de vida ocurriendo y yo pensé, ‘se puede hacer cine en mi idioma’.
“Me puse a ver películas y México fue un lugar que a mí me llamaba desde que lo descubrí emocionalmente. El CCC me formó y creo que sin esa experiencia yo no hubiera adquirido las herramientas suficientes para contar lo que yo quería contar, era algo que yo ya lo traía, pero no tenía la gramática, no tenía las herramientas, y en ese sentido la experiencia de México ha sido fundamental”.
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Resaltó que desde su punto de vista, “México está lleno de talentos, y creo que también tiene que ver porque es un país rico en todo, rico en luz y rico en oscuridad, los contrastes que me fascinan”.
Este jueves tuvo lugar en San Sebastián la primera proyección de Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades, de Alejandro González Iñárritu, que será presentada mañana por el cineasta mexicano, junto con su protagonista, Daniel Giménez Cacho, quien llegó ya al balneario español.
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