Letreros y avisos

No te olvides apuntar en el cuaderno todo lo que ves antes de tomar la fotografía

José Cruz Domínguez Osorio

  · lunes 28 de enero de 2019

Y no te olvides apuntar en el cuaderno todo lo que ves antes de tomar la fotografía. ¿Qué está sucediendo, quién está mirando que te preparas para capturar la imagen, qué ruidos se escuchan alrededor? Trata de recordarlo todo y escribirlo en esa pequeña libreta que el tío te regaló el día de tu cumpleaños.

Y así lo hizo esa noche de sábado. Llovía. Por la ventana se estrellaban las gotas y resbalaban dejando un líquido hilo en el cristal.

Y el bolígrafo de tinta color negro se empezó a deslizar sobre la hoja blanca y rayada de un cuaderno. Trazos cortos, otros alargados empezaron a dar cuenta de lo que ayer se había visto mientras encerrabas el instante dentro de tu cámara fotográfica.

Caminaba una paloma sobre el adoquín, cerca de una jardinera, pensaste que buscaba arroz o pedazos de migajas. Quienes caminaban por los pasillos del parque jamás notaron la presencia del ave. Un niño corrió hacia donde estaba el globero, señalaba con su mano derecho al globo de color azul. El nevero despachaba un barquillo, mientras el niño que lo acompañaba extendía una de sus manos para entregar las monedas a una chica. Pasó por ahí un bolero de grasa para los zapatos, a quienes preguntó, se interesaron por su servicio. Un par de ancianas caminaban con dificultad, una se apoyaba con un bastón y a cada rato tenían que detenerse, y junto a ellas pasó el vendedor de claveles, las mujeres movieron su cabeza para un lado y otro. El niño no se movió, al parecer quería algo más. Una de las mujeres alargó su brazo izquierdo, el niño se retiró.

A pocos pasos de donde yo me encontraba sentado estaba un payaso practicando con tres pequeñas pelotas de colores. Hacía malabares. Preparé la cámara y apunté hacia él, quería tomarle una fotografía a su cara. Se dio cuenta, hizo muecas y después entristeció su rostro. Me fui, abandoné el parque porque quería caminar y ver hasta dónde llegaba porque no tenía decidido el destino.

Y llegué a mi cuarto. Me recosté un rato en la cama pensando en lo que vi. Así que pronto me dirigí a la mesita y me puse a escribir. Y mira, justo en este momento lo estás leyendo.

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