/ sábado 11 de diciembre de 2021

Las historias de enfermos, a novela de veracruzanos

Durante los primeros meses de pandemia retomó el borrador, a la vez que bordó en punto de cruz unas rosas y aves sobre éstas, que es de donde surge el nombre de la novela

En su carácter de enfermera en el centro de salud de San Andrés Tuxtla, la escritora y poeta veracruzana Piedad Hernández Bueno, fue depositaria de innumerables historias y una de éstas podrá ser conocida en la novela Aves y Rosas.

En emotivo evento, la dramaturga, actriz, directora de teatro y psicóloga, presentó su obra a la que dio forma durante el encierro al que se sometió durante la contingencia sanitaria para no morir de aburrimiento entre cuatro paredes.

Leer más: La soldadura tiene una reina y es veracruzana

En esta, su tercera obra, Piedad Hernández Bueno, quien trabaja en Anecdotarios de una psicóloga distraída, habla del amor, de la esperanza, del desamor, de la fuerza femenina y de cómo superar las adversidades sin perder la fe en el género humano.

La trama de la obra se desarrolla en San Andrés Tuxtla, donde Piedad llegó a trabajar como personal de la Secretaría de Salud de Veracruz, donde va bordando escenas y engarzando palabras para hablar de su gastronomía, de sus paisajes, a la vez que va enlazando los hechos hasta llegar al punto álgido de la historia, comenta la también poeta María Rosa Muñoz Ceballos, cuando se presentó esta obra.

Piedad, dice, borda, dibuja sueños, sabe guiar al lector por la alegría de los fandangos, y sus bellezas naturales como el Salto de Eyipantla y las playas de Monte Pío, lo mismo invita a vivir, disfrutar de los colores, sabores, olores de aquella tierra, hasta llegar al final, dejando al lector muy satisfecho.

La escritora, quien ya ha publicado Eternamente y Cuentos y relatos a través del tiempo, concede que fue depositaria de comentarios, secretos e historias, las cuales permanecieron en su memoria por muchos años, aunque ésta en especial, ella sabía que la tenía que escribir.

A instancias de su nieto Fernando, durante los primeros meses de la pandemia, retomó el borrador, a la vez que bordó en punto de cruz una estampa donde sobresalen las rosas y las aves sobre éstas, que es de donde surge el nombre de la novela. Piedad es una mujer que ha compartido el arte con quienes la rodean y con quienes la conocen. Desde niña cuando se

escapaba para ver en las carpas los espectáculos y los títeres surgieron en su mente las historias que montaba con sus amiguitas en la escuela primaria Boza de Xalapa, con su primo Juan, y con sus hijos y nietos que han sido actores de sus puestas en escena.

En esta, su tercera obra, Piedad Hernández Bueno trabaja en Anecdotarios de una psicóloga distraída/Foto: Cortesía | Marco Antonio Figueroa

Lo mismo lo ha compartido con los niños del Centro Tutelar de Banderilla donde integró un grupo de teatro, que con los niños a través de contarles sus historias como “Abuelita cuentacuentos” en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, y, por supuesto con sus lectores, destaca su nieto David Melitón Pérez Aguirre.

Y por eso no es extraño que el arte haya minado en sus hijas y nietas que lo mismo bailaron, cantaron y declamaron para hacerle un homenaje, donde también recibió la medalla Sor Juana Inés de la Cruz de manos de Marco Antonio Figueroa Quinto, presidente de la Academia Nacional e Internacional de Poesía de Veracruz.

En su carácter de enfermera en el centro de salud de San Andrés Tuxtla, la escritora y poeta veracruzana Piedad Hernández Bueno, fue depositaria de innumerables historias y una de éstas podrá ser conocida en la novela Aves y Rosas.

En emotivo evento, la dramaturga, actriz, directora de teatro y psicóloga, presentó su obra a la que dio forma durante el encierro al que se sometió durante la contingencia sanitaria para no morir de aburrimiento entre cuatro paredes.

Leer más: La soldadura tiene una reina y es veracruzana

En esta, su tercera obra, Piedad Hernández Bueno, quien trabaja en Anecdotarios de una psicóloga distraída, habla del amor, de la esperanza, del desamor, de la fuerza femenina y de cómo superar las adversidades sin perder la fe en el género humano.

La trama de la obra se desarrolla en San Andrés Tuxtla, donde Piedad llegó a trabajar como personal de la Secretaría de Salud de Veracruz, donde va bordando escenas y engarzando palabras para hablar de su gastronomía, de sus paisajes, a la vez que va enlazando los hechos hasta llegar al punto álgido de la historia, comenta la también poeta María Rosa Muñoz Ceballos, cuando se presentó esta obra.

Piedad, dice, borda, dibuja sueños, sabe guiar al lector por la alegría de los fandangos, y sus bellezas naturales como el Salto de Eyipantla y las playas de Monte Pío, lo mismo invita a vivir, disfrutar de los colores, sabores, olores de aquella tierra, hasta llegar al final, dejando al lector muy satisfecho.

La escritora, quien ya ha publicado Eternamente y Cuentos y relatos a través del tiempo, concede que fue depositaria de comentarios, secretos e historias, las cuales permanecieron en su memoria por muchos años, aunque ésta en especial, ella sabía que la tenía que escribir.

A instancias de su nieto Fernando, durante los primeros meses de la pandemia, retomó el borrador, a la vez que bordó en punto de cruz una estampa donde sobresalen las rosas y las aves sobre éstas, que es de donde surge el nombre de la novela. Piedad es una mujer que ha compartido el arte con quienes la rodean y con quienes la conocen. Desde niña cuando se

escapaba para ver en las carpas los espectáculos y los títeres surgieron en su mente las historias que montaba con sus amiguitas en la escuela primaria Boza de Xalapa, con su primo Juan, y con sus hijos y nietos que han sido actores de sus puestas en escena.

En esta, su tercera obra, Piedad Hernández Bueno trabaja en Anecdotarios de una psicóloga distraída/Foto: Cortesía | Marco Antonio Figueroa

Lo mismo lo ha compartido con los niños del Centro Tutelar de Banderilla donde integró un grupo de teatro, que con los niños a través de contarles sus historias como “Abuelita cuentacuentos” en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, y, por supuesto con sus lectores, destaca su nieto David Melitón Pérez Aguirre.

Y por eso no es extraño que el arte haya minado en sus hijas y nietas que lo mismo bailaron, cantaron y declamaron para hacerle un homenaje, donde también recibió la medalla Sor Juana Inés de la Cruz de manos de Marco Antonio Figueroa Quinto, presidente de la Academia Nacional e Internacional de Poesía de Veracruz.

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