Aunque en toda su obra hay elementos de la novela negra, Rosa Montero no cree en los géneros literarios. “Utilizo esos recursos porque es muy útil para vincular algo de lo que para mí es la sensación de lo que es la vida: la amenaza. Para mí, que he tenido ataques de pánico desde los 16 años hasta los 30, la vida es una amenaza, una inquietud, una incapacidad de poder controlar tu futuro”, dice en entrevista con El Sol de México desde España.
“Distingo entre la novela que aturde y la que es mucho más grande que la caja de la novela negra, que simplemente habla de crímenes policiales”, agrega quien acaba de publicar La desconocida, escrita a la distancia con Olivier Truc por invitación del Festival Quais du Polar, con la consigna de entregarla en tres meses y una semana.
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A menos de dos meses de su publicación, comparte la autora de La ridícula idea de volver a verte, “estamos muy contentos porque la respuesta ha sido estupenda y no sabíamos qué habíamos hecho, lo digo de verdad, porque en esas condiciones, a esa velocidad, no teníamos ni idea y ya hemos recibido dos propuestas para hacer una película con el libro, de dos productoras, una de ellas es una de la grandes plataformas, tenemos que decidir”.
La novela inicia con una primera imagen: una mujer aparece en un contenedor del puerto de Barcelona, drogada, atada, con pérdida de memoria.
“Cuando se lo propuse a Olivier le dije ‘a partir de aquí a ver dónde vamos’, ya se deducía que en el fondo había un tema de trata de personas. Lo fuimos desarrollando entre los dos, hasta saber qué pasaba con esa historia, íbamos escribiendo sobre el vacío más absoluto, fue muy curioso”, relata. Ella tuvo esa primera idea de la novela y escribió los capítulos impares, mientras él es autor de los pares.
“Su primer capítulo lo escribió desde Ucrania, estaba haciendo un reportaje para Le Monde y yo estaba haciendo la promoción de El peligro de estar cuerda a un ritmo infernal en esos tres meses hice tres viajes a Latinoamérica, estuve en Frankfurt y en otros sitios, escribía en la madrugada, en los trenes, en los aviones, en las colas de migración, fue un esfuerzo brutal, muy febril y parte de esa fiebre se coló en la novela”, relata.
UNA REALIDAD OSCURA
Los tiempos actuales, reconoce, son propicios para cierto tipo de literatura; “todo el mundo escribe novela negra, estoy aburrida, en serio, a mí me gusta sobre todo la novela negra que no es novela negra, o sea, la que no es del género, a estas alturas hemos superado los géneros, nuestras madres y padres literarios se han roto las manos tirando las paredes de las convenciones para nosotros, gracias a ellas y a ellos podemos escribir de una manera mucho más libre.
“El tópico es algo que no te lleva ni al bien ni al mal, más bien a un entretenimiento, como lo que buscaba la gente en los libros de Agatha Christie, ‘que no me haga pensar mucho’, un entretenimiento de fórmula, reductor de la realidad, un poco edulcorante, pero claro, se pueden escribir obras maravillosas sobre el bien y el mal y sobre la violencia”, señala.
Rosa Montero reconoce entre sus “dioses literarios”, a Patricia Highsmith, “que para mí no es una novelista de novela negra, es Dostoyevski y desde ese punto, podríamos decir Dostoyevski escribió novela negra, porque en Crimen y castigo hay asesinatos, un detective que persigue al asesino, pero hay mucho más, ¿verdad? Patricia Highsmith es lo mismo, me gusta la gente que rompe el molde.
EN DEFENSA DEL FEMINISMO
Tras reconocer que imagina igual a los personajes femeninos que los masculinos, también afirma que no hay un comentario feminista en su obra. “Yo me considero feminista, que es lo mismo que decir anti sexista, reivindico la palabra feminista, es hermosa, histórica, lo que pasa es que mucha gente intenta manipularla y confundir, etimológicamente es poco precisa porque parece que es lo contrario de machista, pero el feminismo no quiere imponer la supremacía de la mujer, como el machismo sí”.
Su lucha por el feminismo, agrega, la lleva a cabo como ciudadana y periodista, no como escritora de ficción. “No escribo para enseñar nada, sino para aprender, no puedes empezar ese camino de conocimiento que es una novela con las respuestas previas. Normalmente, lo que sale es un poco cómo veo el mundo, a lo mejor salen valores feministas, pero en otros puede que sea lo contrario.
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“Tolstoi era más que un machista, Gorki decía que era un misógino brutal, pero era un escritor grandioso, que se dejaba contar los libros por sus personajes, era muy retrógrado, hablaba de una Rusia arcaica, pensaba que el progreso era terrible y quería escribir con Ana Karenina una historia contra el progreso, quería decir que el progreso era tan terrible que las mujeres casadas se hacían adúlteras. Y luego Ana Karenina le quitó la palabra y escribió un libro feminista. Pasan esas cosas curiosas con los libros”.
Con planes de dedicarse el próximo año y medio a la escritura del nuevo capítulo de la saga protagonizada por Bruna Husky (de la que ha publicado hasta ahora Lágrimas de la lluvia, El peso del corazón y Los tiempos del odio), y quizá volver a colaborar con Olivier Truc en una nueva novela con los inspectores de La desconocida como protagonistas, Rosa Montero asegura que “una autora madura es aquella que tiene la humildad de dejarse contar la historia por sus personajes, borrar el yo, como decía Julio Ramón Ribeyro. Una novela madura exige la muerte del autor, es una muerte metafórica, ya muerte del yo consciente, dejar que la historia te atraviese y se cuente sola, tú vas detrás apuntándola, vertiéndola a lo real y salen los personajes con todas sus contradicciones, no hay un solo personaje que sea blanco o negro, salvo que sean simbólicos de algo”.