Violento pero sensible, visceral pero reflexivo, egoísta pero espiritual. Así de contradictorio fue el pintor holandés Vicent van Gogh, cuya vida es la materia prima perfecta para cualquier actor que desee llevar al límite sus capacidades histriónicas. Así lo cree Mario Iván Martínez, que regresa a escena con la obra Van Gogh. Un girasol contra el mundo, en el Teatro Helénico de la Ciudad de México.
Con una temporada que durará del 2 al 24 de julio, esta puesta en escena pretende derribar los mitos que se han edificado en torno a la figura del artista nacido en Zundert, a quien generalmente se le asocia con temperamentos coléricos que lo llevaron a cercenarse una oreja. Sin embargo, pocos saben del otro lado de Van Gogh, quien también quiso ser predicador religioso.
“Fue un hombre muy complejo. La mera mención de su nombre evoca pasión, originalidad, genio y paradoja de vida. Fue alguien que luchó por encontrar un estilo propio y que fue incomprendido en su época. Es, en suma, uno de esos personajes de los que los actores pedimos nuestra limosna por su carácter contradictorio”, dice Mario Iván Martínez en entrevista con El Sol de México.
La intención de Van Gogh. Un girasol contra el mundo es ir más allá del sensacionalismo, de “la nota roja”, como lo llama Martínez. Porque es cierto que mucha gente ubica al pintor holandés como un artista un tanto enloquecido que se cortó la oreja para llevársela como tributo a Raquel, su prostituta favorita. Y si bien ese episodio fue verídico, Van Gogh también fue un hombre espiritual que, en algún momento, quiso ser predicador y se enfrentó a una transformación mística.
“En su época de predicador, solicitó que se le enviara a la región más desprovista de Bélgica para predicar y vivir con los mineros. Él quería emular el sufrimiento de Cristo. Era casi una búsqueda de la santidad a través del martirio. Esta incipiente y frustrada vocación espiritual también se refleja en su entrega con el arte y en su búsqueda de una identidad”, comenta el también productor y escritor, quien prestó su voz para el documental Vincent, pinceladas de un genio, producido por el Museo de Orsay, el museo Van Gogh y el Centro Cultural Tijuana.
Esta puesta en escena ya estaba preparada desde hace tres años, pero la pandemia de coronavirus estropeó los planes y detuvo el proyecto. Se dieron algunas funciones vía streaming en junio de 2021, pero ahora la obra vuelve con toda su fuerza escénica de la mano de un guión dramático que extrapola las diferentes caras de Van Gogh.
“Por un lado podía ser un artista cultísimo, ávido lector y sensible, pero por otro lado un hombre intolerante, agresivo y con muchas adicciones. Lo que queremos con esta obra es hacerle justicia en toda su dimensión”, asegura el actor, quien además se dio a la tarea de visitar los lugares que Van Gogh pisó en Europa.
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Detrás de esta obra hay también una sólida investigación documental. Mario Iván Martínez es un estudioso de la vida del pintor europeo y la dirección está a cargo de Luly Rede, egresada del Instituto Estatal de Teatro de San Petersburgo.
A lo largo de la puesta en escena, el conflicto es lo que reina. La suya no fue una vida monótona o conformista. Incluso aunque el costo que había que pagar fuera alto. Una frase resume la existencia de Vicent van Gogh: “La normalidad es un camino pavimentado: sirve para caminar, pero nunca crecerán flores en él”.
Las funciones son los viernes, a las 20:00 horas; los sábados, a las 19:00 horas, y domingos; a las 18:00 horas.