Alvarado, Ver.- En este puerto es muy común que a las personas se les conozca y ubique más por sus apodos, que por sus propios nombres y apellidos. Históricamente, casi desde que se nace, se les impone un apodo o mote, que representa la personalidad de quien lo porta.
De acuerdo con el libro “100 Motes y Apodos Alvaradeños”, en este lugar, el mote no conoce ni distingue clases sociales, pues no es exclusivo de un pueblo. Y, primero es importante precisar que un mote se le da a una persona; mientras que el apodo es el mote mismo, pero con una descendencia de su linaje.
Los motes o apodos en Alvarado son signo de la identidad personal tanto familiar como local, por lo regular siempre sustituye al primer apellido, lo que lo deja en segundo término únicamente para su utilización formal o para casos legales.
Carlos Tiburcio, tiene como mote “Cali”, este habitante alvaradeño relató que en alguna ocasión un amigo lo andaba buscando por su nombre, pero nadie daba razón de él.
“Un compañero me traía mi cartilla militar de Xalapa y me anduvieron buscando y daban mi nombre Carlos Tiburcio y no daban conmigo, sino que abren la cartilla y ven la fotografía y dicen “ah pues si” y me fueron a buscar”.
Añadió que comúnmente en Alvarado nadie se conoce por su nombre, sin embargo, inmediatamente se puede saber de cierta persona si se proporciona su apodo, “aquí casi un 60 por ciento tenemos apodo”, añadió.
Asimismo, la costumbre de poner un sobrenombre a las personas, data de tiempo inmemorable, por lo que es imposible saber con precisión, desde cuando en Alvarado se volvió común esta tradición de no llamar a sus habitantes por sus nombres originales.
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“Muchas de las personas grandes, ya muchos han muerto, eran los que se dedicaban a poner apodos; es la manera de identificar, nos identificamos así. Para nosotros ya es una costumbre, porque no lo vemos entre nosotros como insulto, porque sabemos cómo somos”, dijo Cali.
Motes se heredan de generación en generación
En Alvarado existen familias cuyos motes se heredan en cada generación, llegando a tener la categoría de apodos. Los más conocidos son “Los Cuinos”, “Los Corajes”, “Los Platanitos”, “Los Manojitos”, “Los Borregos”, por mencionar algunos.
Nadiezca Ochoa Mendoza, mejor conocida entre su comunidad como “Madina”, relató que su apodo fue puesto, “porque tengo una ahijada que supuestamente antes de Reyes me pidió una computadora y una caja registradora, pero no me lo pidió ella, el audio lo mandó su mamá, imitando la voz de la niña, entonces por eso fue que me empezaron a decir así, porque en el audio me decía Madina”.
Precisó que a ella ya se le conoce así, por si alguien un día llega a buscarla a la comunidad La Palma, de donde es originaria, preferible mencionar su apodo para que rápidamente puedan tener razón de ella.
A manera de reconocimiento, Albino Chávez Díaz, Rafael Miravete Oropeza, Carlos Alonso Zamudio Martínez y Marcelino Odón Ramos Hernández se dieron a la tarea de recopilar algunos famosos apodos de Alvarado y escribirlos.
Estas personas, refieren en el libro que, los motes se pueden imponer a personas, animales y cosas de uso común, diferenciándolos por oficios, de procedencia, de particularidades físicas, de marcas comerciales, de nombres y apellidos deformados y de animales.
Los motes más famosos
Entre las personas referidas y conocidas en este lugar, destacan a Roberto Cruz Carmona “Saca la Pata”, joven beisbolista de posición pitcher, motivo por el que sacaba mucho la pierna a la hora de lanzar la pelota, ese detalle le dio origen a su mote.
Por su estatura pequeña desde niño, Félix Figueroa Hernández, se ganó el apodo de “Pulgar”, por la comparación con el dedo meñique de la mano.
Otro mote dado a más de una persona es “Tamal del Tejar”, imponiéndose a un señor gordo, con protuberancias en varias partes del cuerpo provocadas por usar correa y una playera ajustada al cuerpo. Los tamales del Tejar eran famosos por ser gruesos, con abundante carne, y que se les resaltaba la carne.
Mientras que, refieren algunos apodos como “Pata de Oro”, para Adolfo Ruiz Valera, pues de joven sufrió una picadura de animal cuando se encontraba al interior de un río, dejándolo postrado en cama hasta seis meses. El alto costo de la enfermedad, hizo que su papá comentara que le había salido más cara la pata, que si le hubiese puesto una pata de oro.
Otro de los apodos populares en Alvarado es el de “Macaje”, para Óscar Luis Lara Portela, ya que una de sus tías no podía pronunciar el nombre cuando era niño, motivo por el que primero le decía “Caje”, sin embargo, pasó el tiempo y por ley y costumbre, se le quedó el primer apodo mencionado.
Esta singular tradición, que es impuesta por la camaradería o familiares, en ningún momento es motivo de burla ni demerita a las personas. Incluso, cuentan sus habitantes, que en la mayoría de las ocasiones una misma persona, es la última en enterarse que le han impuesto un apodo. Eso, conlleva a que dicho mote sea patrimonio colectivo y no propiedad de quien lo porta.
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