Xalapa, Ver.- Grupos escolares y personas de distintas edades celebran que en Xalapa haya oportunidad de observar una muestra de altares de Día de Muertos de las distintas regiones de la entidad, con lo que se contribuye a preservar lo que definen como una de las tradiciones más bonitas de los mexicanos.
En el parque Juárez, la muestra incluye altares representativos de municipios como Chontla, Zozocolco, San Andrés Tuxtla, Xico, Tlacotalpan y Mixtla de Altamirano, solo por mencionar algunos donde la creatividad, semillas, flores, alimentos y productos típicos dan cuenta de la diversidad de Veracruz.
Con acceso de 10 a 21 horas, la muestra ha recibido a aproximadamente 400 personas por día, informa la coordinadora de acceso, quien invita a asistir y ver esta manifestación de sincretismo cultural.
En el recorrido por los 34 altares son infaltables el cempasúchil, el agua, la sal, el papel picado, los tamales, el pan, el mole, el arroz y las frutas, pero hay otros elementos que le dan identidad a cada uno de ellos.
Mientras el de Isla se distingue por una gran cantidad de piñas, el de Mixtla de Altamirano lo hace por sus dulces típicos, tamales de frijol con mole y una variedad de atoles.
Medellín de Bravo llama la atención de los visitantes por la creación de un árbol de papel maché de cuyo tronco emanan lo mismo cabezas de catrinas que animales como tlacuaches y armadillos; sobre cempasúchil y moco de pavo yacen mazorcas y algunas ofrendas.
Xalapa, Xico y Coatepec también están presentes y guardan similitudes los unos entre otros, pero no sucede lo mismo con el altar de San Andrés Tuxtla, que hace referencia a sus raíces olmecas, y Huatusco, que ahonda en la influencia totonaca.
Con su altar, Huatusco recuerda que la fiesta del Día de Muertos es uno de los múltiples efectos del encuentro de dos mundos, mezcla de dos culturas opuestas: la española y la de los pueblos nativos de esta nación.
Por su vínculo con el café durante más de un siglo, la ofrenda de Huatusco se caracteriza por una catrina cortadora de café, que es uno de los principales motores económicos desde el siglo XIX.
Además, tiene una imagen colocada en el centro que representa al Mictlán, con el Dios Mictlantecuhtli, acompañado del Xoloitzcuintle, con ello enfatiza que su importancia era tal para los pueblos prehispánicos, que al morir una persona, uno de estos caninos era sacrificado para que le ayudara a cruzar el río Apanohuacalhuia.
En las comunidades indígenas, estos días son una época de profunda escasez y un periodo de relativa abundancia, por ello la ofrenda de frutas es para los difuntos y también como ofrenda para los dioses prehispánicos, con el fin de solicitar cosechas abundantes.
Hay invitación para hacer el recorrido entre café, caña, piloncillo, naranja de jugo y malta, manzana, calabaza en dulce, plátanos, figuras de palma y totomoxtle, y el singular olor del copal.