Neblina Morada / La adaptación de la literatura al cine

Si la realización de un guión es una tarea de creación, que implica la maduración de una idea y su cristalización en un libreto, la adaptación responde a otros mecanismos de escritura

Irving Ramírez

  · martes 12 de marzo de 2019

Una es autónoma, la otra depende de una obra acabada con otros fines, los literarios, que se transforma al momento de pensarse en una película. El guionista trabaja en términos de imagen, el novelista en función de las palabras: ambos utilizan imágenes, empero el propósito es distinto.

La representación, por un lado, como futuro posible en el caso del guion; el libro, en el caso de la novela, un texto para ser leído.

La novela tiene varias definiciones posibles, entre ellas de las más utilizadas es la de M. Forster que dice es un texto de ficción que cuenta una historia en capítulos, con una trama y organizada para que se desarrollen unos personajes.

O la de R. Bourneuf y R Ouellet: La narración extensa, que en francés recibe el nombre de roman y en italiano de romanzo, se denomina en castellano novela, término que con este sentido preciso, no tiene más de dos siglos. Otra es la de Kundera que dice que la novela busca revelar una parte escondida de la existencia; y Hermann Broch anota que la novela siempre está contra su época.

En fin, definiciones hay muchas, sin embargo, la característica primordial es la de ser un texto escrito para que sea leído; es decir, apela a la imaginación del lector.

En cambio, el guion es un texto efímero que desaparece al ser filmado: es un instrumento práctico provisional destinado a desaparecer tras su metamorfosis en una película. Es la crisálida de sentidos e imágenes.

Así, cuando se intenta trasladar una novela a guion sucede un fenómeno que se llama la adaptación. ¿Y qué es la adaptación?, es una transcripción de manejos sintácticos (Teodoro Villegas dixit).

Escribir para los medios es adaptar permanentemente. Es pertinente conocer a fondo la obra susceptible de adaptación, para así comprender su intencionalidad, el Leit motiv, y la tesis que maneja.

Adaptar no es trasladar de un lenguaje a otro solamente; implica la comprensión profunda de la obra, y el conocimiento de sus posibilidades en otro género.

De acuerdo a los hechos y a la experiencia de adaptación de un texto literario a una película, se ha visto que esto conlleva una dificultad debido a los recursos distintos de cada disciplina.

Por ejemplo, en la narrativa los monólogos interiores, la mezcla arbitraria de tiempos y espacios, la alusión rápida y efectiva de trazos sintácticos para describir ambientes y situaciones, etc., son elementos difíciles de ser utilizados en el cine.

Hay varios ejemplos de adaptaciones desafortunadas; en nuestro país la obra de Juan Rulfo en primer lugar; y, si existen algunos intentos logrados que se salvan acaso son contados y se localizan recientemente.

Otro de los ejes fundamentales es el conflicto, que permite hallar el asunto emotivo de la historia, y también, el análisis estructural en forma dramática de ésta.

De acuerdo a la adaptación se sabe si la cinta corrió con fortuna o no; casi imposible la no comparación entre ambas obras. Y, normalmente, la película sale perdiendo.

Empero, la película corre su propia suerte, hablamos de otro tipo de lenguaje, de otra propuesta. Su autonomía depende de la pericia del director, como también de la correcta estructuración del guion.

Y, por supuesto, de la imbricación adecuada de los otros elementos consecutivos del cine. No hay duda, adaptar es inventar. Pero también partir de una base, edificar sobre una estructura. Es una especie de traducción sintáctica, de sentidos y formas, una reubicación estética.

CONTINUARÁ

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