Imaginaos visitar a Galileo Galilei, prisionero de la Inquisición en Italia, en su arresto domiciliario, y más siendo extranjero. Quizá la influencia política sirva de algo más que para obtener beneficios; pero también conocer en París a Hugo Grocio y a Diodati, quienes lo llevarán hasta el sabio célebre; eso hizo John Milton el poeta inglés del siglo XVII. ¿De qué hablaron el poeta y el científico? ¿Lo marcó de algún modo este encuentro?
Admirado por Eliot que dice de él "la imaginación visual no es conspicua en ningún periodo de Milton" pero también lanza su feroz crítica "Su lenguaje es artificial y convencional, porque escribe en inglés como si fuese una lengua muerta" y no ceja ahí, se mete con su intrincada sintaxis.
Thrones, dominations, princedoms, virtues, powers/ In these magnific titles get remain/
Not merly titular, since by decree/ Another now hat to himself engrossed.
Y sin embargo, no escatima elogios para el sonido, por sobre el significado, de su estilo. Para Harold Bloom, Milton iguala a Shakespeare en genio El paraíso perdido es magnífico porque resulta convincente como tragedia y como epopeya". Y añade: "Otelo y Macbeth son las obras que parecen haber contaminado Paradise Lost con más intensidad".
Si atenemos que Shakespeare murió cuando Milton tenía diecisiete años, pensaremos que no fueron contemporáneos: lo son. En ambos la extrañeza de la aventura humana halla cobijo. Un libro que no pierde su vigencia porque es un clásico, es Paradise Lost. Como dice el poeta Efraín Bartolomé "no es regresar a los clásicos, sino tratar de alcanzarlos, ir hacia delante siempre". Y Milton ayudado por sus hijas a escribir ya ciego su monumental obra, nunca igualada ni por él mismo con su menor Paraíso recobrado, e incluso con su último Sansón Agonista, poseía el don del genio.
Según Voltaire, Milton cantó para los locos, para los ángeles, para los diablos. Pero su interlocutor ideal, era el futuro; un futuro que yace postrado en la adversidad de la añoranza, donde los paraísos artificiales –siguiendo a Baudelaire– siempre estarán perdidos.
La iconografía que suscitó el poeta inglés es memorable: desde Doré, hasta el iluminado William Blake, su hermano gemelo del misticismo. Sus arcángeles son la luz en las tinieblas, vislumbró Milton en excelsas visiones émulas en su follaje verbal. Son olas, son alas, solas. ¡Qué mayor dialogo entre un pintor y un poeta!
Pero sus diálogos y paralelismos van hacia delante y hacia atrás con dos ciegos como él: Homero y Borges. Milton siempre reanda los mitos, y sus pares, los crean o recrean a su vez. Lo que aprendí de él, de su lectura, es que uno debe hallar su lugar en el mundo; cuando esto pasa, uno es su propio maestro. De otra manera andará errante y verá la devastación en torno suyo, sea cual sea su suerte. Si uno sabe quién es, su vida adquiere significado, serenidad. No si cree saberlo; cuando hay certeza. Él lo siguió así en sus luchas políticas, en sus sucesivas esposas, en su adiestramiento para aceptar la ceguera, en la empresa espléndida del quehacer poético. Sus alegatos morales, su apología del divorcio en esa época, sus libelos y panfletos, su legendaria figura pública, no hicieron más que procrear el mito tras el verdadero gran mito. Perdió la vista a los 43 años (como en el poema de Dante "A mitad de mi vida me encontré en una selva oscura") pero nunca dejó de leer. "El héroe de la libertad puritana", "el defensor de la República".
Contemporáneo del filósofo inglés Tomas Hobbes, de Felipe IV de Habsburgo rey de España, de Isaac Newton, de John Locke, de Moliere, de Juan Kepler, de René Descartes y de Calderón de la Barca, vio florecer el esplendor de Europa al que contribuyó con su singular obra metafísica.
Si su mundo estaba plagado de ángeles, es porque creía en el hombre, como un ángel imperfecto. Si los críticos, entre ellos Eliot, han hallado lo perfecto en lo imperfecto, refiriéndose a Paradise Lost, el poema-novela tiene la fuerza y el poder de seducción de los antiguos tratados místicos, como el Gilgamesh babilonio, el I Ching chino, El Mahabarata indú, o el Popol Vuh maya, y los monumentos literarios vivos como La Iliada o La Odisea, La Divina comedia, Hamlet y Macbeth en occidente; compuesto con un misterio, una honda belleza, un sendero épico, una atmósfera mitológica que engendra de igual forma lo humano y lleva en sí la carga de su propia interpretación, en medio de la grandeza de la lucha de las pasiones, Paradise Lost es un libro previsto para entablar la batalla secular contra el orgullo.
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