Palabra impresa / ¿Qué hay en el dibujo?

Las gotas de lluvia que caían sobre la arena impedían al polvo fino molestar los ojos de Fermina; una niña de nueve años

José Cruz Domínguez Osorio

  · lunes 15 de julio de 2019

Las gotas de lluvia que caían sobre la arena impedían al polvo fino molestar los ojos de Fermina; una niña de nueve años.

A Fermina le gusta dibujar. Ayer, dijo mostrándole el cuaderno a su amigo Jorge, que con su lápiz hizo el cuerpo de una hormiga a la que puso por nombre Juanita.

-Está un poco flaca pero así son las hormigas ¿las has visto? ¡Yo sí! Y Jorge pasaba su mirada por el pequeño dibujo.

-Pero creo que le falta un poco más de gracia. ¿Por qué mejor no le borras una de sus antenas? Sería más interesante que inventaras por qué solo trae una. Le dijo el niño a Fermina.

Fermina volvió a ver su dibujo, se quedó pensando. –Pues fíjate que no me convences porque no me gusta que mi hormiga suba con dificultad las ramas de un árbol, dicen que con sus antenas se van guiando, entonces no quiero contratiempos para Juanita, por si no lo sabes es el nombre que le he puesto a la hormiga.

Jorge sonrió.

Fermina siguió dibujando y mientras lo hacía le iba inventando a la hormiga una historia. Cerca de la hormiga dibujó una piedra, pero justo cuando iba a terminarla la punta de su lápiz se quebró. Dejaré un momento a la hormiga y a la piedra que será su refugio, saldré a caminar un poco para observar más del comportamiento de ellas. Siento que eso ayudará para que el dibujo sea creíble.

Tres horas después el lápiz de Fermina lucía una afilada punta. Estaba listo para terminar con el borde de la piedra.

-¿Y ahora qué quieres Jorge? Todavía no termino el dibujo de Juanita la hormiga, creo que no podré jugar contigo por ahora, así que lo siento mucho. Le dijo Fermina al niño.

-Quiero ver en qué termina tu historia. Contestó el pequeño Jorge.

-Será un poco larga y todavía tardaré, quizá no logre acabar el dibujo. Te contaré que me fui a caminar porque quise ver un poco el comportamiento de las hormigas. Y entre lo que vi fue que una de ellas se apartó de las demás, dejó un pedazo de hoja verde que llevaba cargando y se dirigió hacia la red que una araña tejió. Pero antes de trepar por los hilos miró detenidamente si no estaba la dueña. La red estaba vacía. Y la hormiga como si fuera una experta trapecista se empezó a balancear. Y así estuvo, creo que se emocionó porque permaneció un rato ahí, meciendo su delgado cuerpecillo. Creo que tanto movimiento ahí le causó sueño y pronto se quedó dormida cerca de la telaraña. Y así terminaré mi dibujo y esta historia también, ¿qué te pareció?

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