El pintor y escultor Manuel Vera Roldán tiene claras dos cosas: la primera es su afecto a las artes plásticas, a las que ha dedicado cuatro décadas de su vida; la segunda, que tras un derrame cerebral su creatividad se potenció de manera sorprendente e inexplicable.
Si bien el maestro ya contaba con un lugar en la historia del arte estatal por ser el fundador de los Talleres Libres de Arte de la Universidad Veracruzana, además de contar con exposiciones individuales y colectivas en la entidad y en distintas partes del país, rememoró en entrevista que tras el derrame que lo mantuvo inconsciente quince días, la pintura se convirtió en su aliada y en parte esencial de su rehabilitación.
“Es curioso, pero noté un cambio en la manera en la que fluía mi creatividad. Estaba acelerada. Empecé una nueva etapa, en la cual confluyen todo lo que ya exploraba con anterioridad, más el arte contemporáneo”.
En cuanto a las temáticas, uno de sus intereses es la metafísica en las artes plásticas. Manuel Vera se ha dedicado a estudiar lo físico y lo espiritual, y a partir de ese conocimiento ha creado obras de gran formato en las que plasma búsquedas personales como el origen del universo, la representación de la necesidad de paz y tranquilidad, una sanación espiritual, entre otras.
Además de hacerlo porque la pintura es una forma de vida, explicó que la finalidad es que imágenes de estos cuadros formen parte de un libro que será publicado por la Gran Fraternidad Universal, organización que reúne la ciencia, el arte y la filosofía para un perfeccionamiento intelectual y una reeducación espiritual de la raza humana, sin distinciones de ningún tipo.
En la comodidad de su casa, donde también tiene su taller, el artista habló de uno de los cuadros que está por terminar, en el que explica el principio del universo a partir de la Teoría del Big Bang, el modelo cosmológico predominante para los períodos conocidos más antiguos del universo y su posterior evolución a gran escala.
También está por concluir El cuidado del espíritu y el alma, entendiendo el alma como “una joya que cabalga entre la psicología y la filosofía”, y Profundidad infinita, la cual es probable participe en una exposición en el extranjero. En esta última, el maestro recurre a una técnica personal en la que no emplea pincel, sino una herramienta construida con clavos que le da la posibilidad de manejar la profundidad.
Y es que ya en un primer libro, titulado Vibración en movimiento, publicado en 2018 y traducido a tres idiomas, se puede apreciar en sus pinturas y esculturas el interés por los efectos ópticos.
Al respecto, la curadora Andrea Ruiz considera que el autor crea una tensión visual, “debido a la sensación de profundidad y dinamismo que se produce por los efectos ópticos, logrados gracias a un manejo preciso de las líneas y la construcción de elementos figurativos que surgen del mundo interior del artista, los cuales tienen que ver con su imaginario, sus fantasías y elementos oníricos situados dentro de sus paisajes abstractos”.
Si el arte es sanador, Manuel Vera Roldán es un testimonio de que así es. Animado, invita a estar pendientes de lo que será su siguiente volumen, el cual espera también sea traducido a otras lenguas.
Manuel Vera
Se ha dedicado a estudiar lo físico y lo espiritual, y a partir de ese conocimiento ha creado obras de gran formato en las que plasma búsquedas personales como el origen del universo.