Este viernes 23 de febrero marca el debut de Roberto Beltrán Zavala al frente de la Orquesta Filarmónica de Boca del Río, que en el cuarto programa de su Primera Temporada 2018 ofrecerá la Obertura Coriolano de Ludwig van Beethoven y el Concierto en Fa mayor para fagot y orquesta de Carl Maria von Weber, para cerrar con la Octava sinfonía en Sol mayor, opus 88, de Antonin Dvorák.
El solista en la obra de Weber será el norteamericano Saxton Rose, uno de los solistas de fagot más reconocidos de Estados Unidos, profesor en la Universidad de Carolina del Norte, fagot principal de la Sinfónica de Winston-Salem y miembro de Zéphyros Winds, quinteto de alientos con sede en Nueva York. Rose se ha preocupado por incrementar el repertorio para fagot y por redefinir su papel en la música contemporánea; ha promocionado la creación de nuevas obras, imparte cursos en todo el mundo y es graduado con honores por el Conservatorio “Agostino Steffani” de Castelfranco-Veneto, Italia.
Por lo que respecta a Roberto Beltrán Zavala, es un joven músico mexicano a quien se considera en Europa uno de los más interesantes artista al más elevado nivel. Sus debuts en Holanda, Bélgica, Alemania, Rumania, Polonia, Malta y Francia fueron exitosos con obras como La Canción de la Tierra y la Primera sinfonía de Mahler, la suite El mandarín milagroso de Bartók y las sinfonías 4, 5, 9 y 10 de Shostakovich, además de obras capitales del siglo XX de Boulez y Messiaen. Fungió como director asistente de la Orquesta Juvenil Nacional de los Países Bajos y como director principal de la Orquesta Juvenil de Róterdam, periodo durante el cual trabajó con Valery Gergiev y Mark Wigglesworth. Ha firmado recientemente un contrato con BIS Records para la serie Essential Music y recientemente le fue asignada la dirección de la Sinfónica de la Universidad de Guanajuato.
Las partituras del programa
La Obertura Coriolano estaba destinada a ser parte de la música incidental para una tragedia escrita por Heinrich von Collin y se estrenó en Viena, en marzo de 1807, con el autor al frente de la orquesta. Tuvo como motivo inspirador la figura del general romano Cayo Marcio Coriolano, quien se distinguió como genial militar pero se ganó la animadversión de muchos compatriotas. Desterrado, forjó alianza con los volscos, pueblo enemigo que le puso al frente de una columna militar con la que amenazó Roma. Ambas partes lograron un pacto, pero se dice que los volscos se sintieron traicionados y lo ejecutaron, mientras que otra versión nos indica que Coriolano optó por suicidarse.
El Concierto para fagot de Weber fue terminado en 1811 y contiene dedicatoria para Georg Friedrich Brandt, fagotista en la corte de Múnich. Fue resultado de una serie de encomiendas que le hizo llegar el rey Maximiliano de Baviera, de las que surgieron también el Concertino y los dos Conciertos para clarinete. El propio Brandt se hizo responsable del estreno de la obra para fagot, efectuado el 28 de diciembre de 1811.
Si la Sinfonía 7 de Dvorák es calificada como “adusta” y “tempestuosa”, la número 8 es luminosa y brillante. Fue escrita en 1889 y estrenada un año más tarde en Alemania, con dirección del compositor. Ambas partituras, pese a ser tan distintas entre sí, se ubican en el mismo contexto creador de Dvorák y el carácter dramático de la Séptima obedece a que el período de su gestación coincidió con la muerte de la madre del compositor. Ambas son consideradas unánimemente como lo mejor en la producción de este maestro.