La vida útil del ejemplar impreso de un periódico es bastante corta, sólo unas horas pasa de mano en mano, regularmente por las mañanas, porque hay quien busca enterarse a detalle de lo que sucedió el día anterior. Se busca conocer la opinión de algún columnista sobre un tema específico. Hay también quienes regresan al ejemplar impreso una segunda vez. La primera es para enterarte rápidamente qué ofrecen sus páginas para ese día, mientras que la segunda el lector la hace con mayor calma para una consulta profunda de las noticias y otros artículos vistos en la primera revisión que dio al ejemplar del día.
Cuando no salgo de la ciudad, me gusta comprar los sábados y domingos las ediciones impresas de algunos periódicos, por ejemplo porque aparecen en sus páginas los suplementos culturales que ofrecen algunos de los periódicos en sus números de fin de semana.
Incluso ha pasado que si por alguna razón no acudí por esos números de los periódicos, la amiga voceadora los guarda y me los entrega bien cuidados, sin el papel maltratado, roto o incompleto. Y me los llevo a casa, los reviso, leo las notas que atrajeron la atención, las reseñas de libros, las entrevistas a algún personaje de la política, a un escritor o a algún otro artista. Las páginas de los periódicos del fin de semana son un motivo de alegría, de quedarme en casa y entregarme a la lectura de sus páginas. Es un encuentro cercano a través de la palabra si se trata de la lectura de alguna entrevista. Es como si el periodista conociera las preguntas que un lector cualquiera puede también hacerle al entrevistado.
Y en ese recorrido que cada lector hace a su manera se encuentra con tantas fotografías que también le dan la vida a la edición de un periódico. Y se detiene, las hace suyas, las piensa, las disfruta; y detrás de esa imagen también existe otra historia y un por qué el fotógrafo quiso detener la realidad en un pedazo de imagen.
Entonces hay también un buen pretexto por el que un lector decide guardar alguna página, un artículo, la entrevista a un creador artístico, el cartón o una caricatura. Y tantos otros motivos porque un pedazo de alguna edición nos acompañe cerca. Y así, a nuestra manera, sencilla y accesible, vamos haciéndonos de una hemeroteca muy al estilo particular del lector y de sus curiosidades.
Hay tantos motivos por celebrar el paso del sábado o el domingo, los míos han sido desde hace mucho tiempo encontrarme con las ediciones impresas de algunos periódicos. Las disfruto tanto que no han perdido su vigencia porque ahí en un espacio de un librero están guardadas y se conservan en buen estado, y guardo tanto que hay tiras cómicas, cartones políticos, entrevistas, crónicas, reseñas de algún libro o un disco, y que siguen representando ese motivo festivo de habernos encontrado un sábado o un domingo, ahí en el silencio de casa mientras escucho la música que hace el afilador de los cuchillos o del pregón que anuncia el vendedor de los helados. Imágenes que se asocian mientras pienso en un sábado o un domingo: el papel y la tinta en las páginas de un periódico, los surcos de palabras susurrantes y alineadas en los renglones.
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