Uno de los autores contemporáneos que ha recibido prestigiosos premios es el español Marcos Giralt Torrente, quien ha recurrido a una forma literaria de difícil delimitación genérica, la autoficción, nombrada por primera vez en 1977 en Francia, cuando Serge Doubrovsky publicó la novela Fils.
Desde entones hasta la actualidad, se ha mantenido la polémica de si realmente se puede hablar de autoficción (ficción de acontecimientos y de hechos estrictamente reales) o si lo mejor es no incurrir en ambigüedades.
De acuerdo con Alicia Molero de la Iglesia, en España, a partir de la década de los 80, ha habido un aumento significativo en la escritura personal, bajo la forma de diferentes géneros autorreferenciales (autobiografías, memorias, diarios y epistolarios) y la intrusión de lo autobiográfico en la novela, dándose una infinidad de modos para revelar y ocultar a la vez la identidad del sujeto literario.
Marcos Giralt, referente de la autoficción por su novela Tiempo de vida, visitó Xalapa para participar en la 25ª Feria Internacional del Libro Universitario, donde expresó que la escritura es una manera de recuperar la memoria —individual o colectiva—.
“La literatura surge de la vida misma... la sustancia primigenia con la que trabajamos los escritores es la realidad, transformada por medio de la memoria. Sin la realidad, ninguna ficción sería posible”.
REALIDAD Y ESCRITURA
El escritor opina que en toda la literatura siempre hay raíces autobiográficas: “Escribimos sobre la realidad, y nuestra mirada es siempre subjetiva, no la de unos ojos neutrales al margen de nosotros”.
Al hablar específicamente de Tiempo de vida, ganadora del Premio Strega Europeo y con la que obtuvo también el Premio Nacional de Novela, dijo que hay quienes la catalogan como autobiografía por narrar la relación que tuvo con su padre, “cuando son unas memorias, en el sentido de que todo es real y es fiel a la verdad de mis recuerdos... Sin embargo, no son memorias convencionales, porque son fidedignas con un impulso novelístico. La memoria no se cambia, pero sí pasa un filtro a través del que se intenta comprender la realidad”.
Acepta que para observar, ha sido la familia el territorio donde ha encontrado la realidad más aguda y ha decidido acomodarse en ese sitio, igual que han hecho escritores mexicanos como Julián Herbert y Guadalupe Nettel, por mencionar a algunos.
Seguidor de la escritura de Enrique Vila-Matas, Marcos Giralt puntualizó que “toda narración, incluso aquella que pretende imitar la vida, es una ficción. Un artificio. El escritor sale al mundo y lo que nos devuelve es una visión de la vida, no la vida”.