Reyna Morales Galindo teje desde los 4 años de edad, aunque en su familia nadie tejía, su papá era sastre y su mamá bordaba, por lo que desde pequeña le atrajo crear prendas a base de hilo y ganchillo. Actualmente, de manera autodidacta, aprende a tejer en telar de cintura, que es otra forma de tejido, hace lienzos que después deberá unir para concretar una prenda. Lo más importante ha sido rescatar el conocimiento ancestral que hay en prendas que se elaboran en el sur de Veracruz hace más de cien años, dice.
Tuvo la fortuna de asistir a la escuela primaria Miguel Hidalgo y Costilla, donde se encontró con su maestra Juanita Campos, quien les daba costura por las tardes y al ritmo de boleros, con ella descubrió el tejido en forma y además la disciplina.
Ya en la secundaria se propuso aprende a tejer con agujas, telares, horquillas y ganchillo, así como todo tipo de tejido. También hace joyería con la técnica frivolité. Ya tejía en horquilla, entonces tuvo oportunidad de ir a Tlacotalpan y Tlacojalpan a aprender enrejillado, ahí encontró antiguas técnicas que sus alumnas de décima le compartieron e inició una investigación del denominado bolillo, tejido de la época medieval, así como del tejido de brujas, canesú y otras especialidades.
El tejido es un arte, afirma, pues tiene que ver con diseños, planeación, ejecución y acabados, así como con la elaboración de los botones que también se tejen.
En la antigüedad eran los hombres quienes tejían sus redes para pescar, fueron ellos los que implementaron diferentes agujas de espinas de pescado; con el tiempo el arte pasó a ser tarea de mujeres.
Debido a sus estudios de Biología en la Universidad Veracruzana, había dejado de lado el tejido, que retomó porque se rompió un brazo y no terminaba de componérsele pero el movimiento de la mano al tejer le sirvió como terapia. Todo esto le llevó a proponer en el Centro de Integración Juvenil y en la Rueca de Gandhi un ciclo de lectura para mujeres, pero la condición era que mientras alguien leía, las demás tejieran o realizaran algún trabajo manual, pues esto les permite poner más atención.
La ropa y joyería realizada en frivolité es para público conocedor, ya que a pesar de que hacerlos es un arte, hay gente que no aprecia el trabajo, otras no pueden pagar cien pesos por unos aretes.
El material ha subido en 120% en los últimos dos o tres años y algunas agujas no se encuentran fácilmente y si las hay, están a precio de oro.
En los aretes en tejido de brujas, Reyna Morales conserva el precio desde hace cuatro años. Los aretes y gargantillas con diseños especiales son para público conocedor, insiste, ya que son únicos, es un trabajo artístico. Lo más importante ha sido rescatar el conocimiento ancestral gracias a los conocimientos que le han compartido a lo largo de los años mujeres y jóvenes del sur de Veracruz.