El estado de Veracruz destaca por tener tesoros humanos vivos. Uno de ellos es Juan Hernández Reyes, músico tradicional de la Huasteca que celebra una trayectoria de 70 años como acompañante de grupos de danza. Con su violín toca 160 sones huastecos.
El músico, quien tiene el título de Tesoro Humano Vivo por contar con las directrices marcadas por la Unesco, es un personaje fundamental de la celebración del Día de Muertos “An Chemnék Ajíp”.
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¿De dónde es originario Juan Hernández Reyes?
Él es originario de la comunidad rural de Zaragoza, en el municipio de Naranjos Amatlán, y cuenta con el reconocimiento de su comunidad por ser acompañante de grupos de las danzas tradicionales como Candiles, Pañuelitos, Rebozos y Los Negros.
Considerado un hombre sabio, hablante de tének, ha participado en festivales y encuentros a nivel local, regional y nacional en la región Huasteca, y ha transmitido de manera empírica su herencia cultural a las nuevas generaciones de músicos de su comunidad y lugares cercanos, como Otontepec.
Con el fin de saber más de este personaje veracruzano, el departamento de Desarrollo Cultural Regional del Instituto Veracruzano de la Cultura difunde una cápsula audiovisual donde el artista habla de su vida.
Narra que desde adolescente aprendió a tocar el violín y la jarana; hoy, a sus 85, siente satisfacción al saberse un guardián de las tradiciones con cinco grupos, además de incorporar otras danzas regionales a las fiestas, pues la de Candiles estaba cayendo en desuso en las zonas circunvecinas.
Recientemente, comparte que incorporaron la danza de La Malinche, y ya también acompaña con la música, pues uno de sus compromisos personales es hacer los sones y enseñarlos.
“A mí nadie me enseñó. Fue mi gracia, creo, porque me gustaba mucho la música. Veía cómo tocaban los viejos músicos, cómo le hacían, veía cómo afinaban, y como tenía un violín viejo de un hermano finado, lo arreglé y empecé a practicar. Creo que es mi vocación”, comparte al recordar sus inicios.
Juan Hernández, quien además de su lengua materna habla el español, rememora que en las décadas de los 50, 60 y 70 no había migración y sí muchos danzantes pero pocos músicos; emocionados de ver el interés que él tenía, cooperaron y le compraron un violín.
Aunque contento con lo que ha sido su vida, lamenta la pérdida de costumbres, valores y tradiciones, pues fue testigo de la importancia del respeto y el reconocimiento a los sabios.
En su pueblo, nombra costumbres como el lavatorio de las manos entre compadres, los bailes, las fiestas, el sentido de arraigo y el trabajo en comunidad, “todo se ha ido perdiendo”, enfatiza.
Santiago Pérez Gómez, presidente del Patronato Pro Huapango y Cultura Huasteca AC, se refiere a don Juan como un músico tradicional de los pocos que quedan en la región con amplio conocimiento de la música regional. Sabe más de 160 sones.
“Solo de la Danza del Rebozo son más de 80 sones. Por 1960 bailaban durante toda la noche en las velaciones del 12 de diciembre y en los novenarios previos a las fiestas patronales.”, recuerda.
El promotor cultural señala que muchos sones se han ido perdiendo en la memoria colectiva al no tener nombres, pero a don Juanito, si alguien le tararea un son antiguo, él inmediatamente lo toca.
El Tesoro Humano admite que ya le falla la vista, ya no quiere andar tanto, y aunque a veces se pone triste al querer preservar la música, uno de sus familiares ya toca también. “Le falla un poco pero ahí la lleva y yo, yo ya estoy tranquilo para cuando me tenga que ir”, expresa.
¿Por qué difundir la vida de Juan Hernández?
En 2023 fue reconocido por ser un “individuo que posee en sumo grado los conocimientos y técnicas necesarias para interpretar o recrear determinados elementos del patrimonio cultural inmaterial”.
La Unesco destaca que se trata de un legado principalmente transmitido de forma oral y cuya salvaguarda representa una sólida base para el desarrollo de las personas, grupos y comunidades.