Pensar en Carlos Reygadas y su cinematografía es observar los detalles disfuncionales de una sociedad resquebrajada, pero que disfruta de la vida. Nuestro tiempo no es la excepción, pues en un grupo de poder económico, donde en apariencia no hay problemas, se ocultan conflictos fuertes y devastadores, el principal, a nivel matrimonial.
El argumento, construido también por el propio Reygadas, nos narra el momento en que comienza la decadencia de la relación matrimonial de Juan (Carlos Reygadas), un poeta y propietario de un rancho que cría toros de lidia, y su esposa, Ester (Natalia López), quien comienza una relación oculta con un entrenador de caballos estadounidense Phil (Phil Burgess).
El caos entra de lleno en sus vidas cuando Juan cuestiona a Ester sobre la relación que empezó con Phil sin haberle comentado, considerando el hecho una traición suprema, más aún, al rememorar 15 años de matrimonio, institución que en apariencia está sólida, aunque de a poco nos va ofreciendo el cineasta mexicano datos para detectar que no es así.
Así, de a poco, como se bebe una copa de vino o se lee un buen libro, la dirección del maestro Carlos Reygadas lleva al espectador por el camino de las analogías, usando para ello la muerte de un par de animales que rompen con el ritmo contemplativo y con la calma que reinaba en la pantalla.
La muerte de una mula de carga, resultado del ataque bestial del toro más bravo de su rancho ganadero, permite a Reygadas explicar parte de la relación que nos muestra con su mujer y el entrenador de caballos, aunque resulta una bomba visual, que seguramente traerá —y ya trajo— grandes críticas, considerando esta secuencia como un exceso.
Prácticamente al final del filme otro animal que muere es el toro más bravo, que luego de una pelea con otro burel del racho cae por un barranco y muere al instante, imagen que usa el cineasta como colofón de la historia y de su tóxica relación matrimonial.
A pesar de estas imágenes fuertes, muy fuertes, Diego García, el director de fotografía, le pone otro de los tantos contrastes al filme, usando una estética visual delicada aunque beligerante, combinando los atardeceres de un valle hermoso con la seriedad de la noche o la inesperada lluvia torrencial de temporada, llevando las imágenes del café terroso al verde vivo del rancho.
Es importante comentarle que esta producción de México-Francia-Alemania-Dinamarca-Suecia no es una cinta fácil de digerir por lo que anteriormente le he señalado, sin embargo tampoco es un filme limitado para un sector, si bien dura prácticamente tres horas, le garantizo que tendrá una experiencia diferente si no conoce el trabajo del maestro Carlos Reygadas, por lo que de antemano le invito a no abandonar el cine a la mitad del largometraje.