Xalapa, Ver.- Pasadas las once de la mañana, el arzobispo de Xalapa José Carlos Patrón Wong salió de la Catedral Metropolitana con la cruz en hombros para iniciar el viacrucis del viernes santo, al que se sumaron católicos de distintas edades para iniciar el camino hacia la calle Revolución, con las imágenes de Jesucristo y la virgen María.
En la primera estación, con la palabra sobre la condena de muerte de Jesucristo, los fieles mostraron respeto y gratitud por el sacrificio del Nazareno y emprendieron el camino entre cantos para llegar a la segunda estación, donde se recordó que Jesús cargó la cruz por los pecados del pueblo.
En mensaje, pidieron guía a Jesucristo para fortalecerlos y descubrir la libertad que él da cuando se le tiene fe y se le entregan las cargas individuales, los cansancios, límites y debilidades que en la vida se enfrentan diariamente; pidieron ayuda para poder hacer frente a los problemas de salud, de economía y de injusticia.
En cada una de las estaciones, además de lecturas de la Biblia hubo mensajes para la reflexión y meditación, así como el exhorto a recordar que el que ama, puede caer pero volverse a levantar como Cristo lo hizo.
“Caíste para levantarnos de la Tierra y llevarnos al cielo. Jesucristo, danos la fuerza para amar y volver a empezar, cuando el juicio se abate sobre mí, cuando me vuelvo intolerante, cuando siento que ya no puedo más, cuando me oprime el pensamiento de que nada cambiará”.
En el encuentro de Jesús con su madre, el ruego fue por las madres, así como por reavivar el recuerdo del amor: “Cuando pierda el sentido y rumbo, cuando pierda de vista los dones recibidos, o el fin del propio ser, cuando haya olvido por la importancia de ser agradecido”.
Otro de los mensajes fue aprender a pedir ayuda cuando se está vulnerable, confiar en que en Cristo es posible la sanación de toda presunción, de creer que se puede prescindir de Dios, del perfeccionismo, de la prisa mostrada ante los necesitados encontrados en el camino, “porque amar significa socorrer a los demás y las fragilidades pueden cambiar las vidas”.
Así como Jesucristo recibió consuelo, lo recordaron como la mayor fuente de misericordia y ternura; le pidieron así ser consolados y ser dadores de reconfortación, a que, como él, les sea posible detestar la indiferencia, la condena y el señalamiento.
Con sombrillas y sombreros para cubrirse del sol, al grupo de personas católicas se les convocó a recordar el peso de la cruz que Cristo cargó y mantenerlo presente en su cotidianidad.
“Podemos comprenderlo cuando nos sentimos incomprendidos, oprimidos, asaltados por la melancolía; cuando estamos decepcionados de nosotros mismos”, expresaron.
Invitan a los católicos a ser amorosos
Así como muchas veces Jesucristo cayó, llamaron a recordar que después de cada caída individual él sostiene y levanta.
“Levántame Jesús cuando paralizado por la tristeza me siento triste, cuando prevalecen el miedo y la vergüenza, cuando pierdo la esperanza, cuando olvido que mi fortaleza está en tu perdón”, dijeron.
Luego del recorrido por Revolución, Clavijero, Zaragoza y Enríquez, llegaron a la Catedral Metropolitana donde nuevamente hubo énfasis en ser católicos amorosos, bondadosos y en ser personas de fé y esperanza ante las tragedias del mundo.