Durante la misa de despedida a la memoria de Jorge Vergara, fue su hijo Amaury, quien regaló el momento más emotivo de la tarde, ya que le leyó una carta que le escribió, en la que recordó desde la niñez, contó algunas anécdotas y mostró el lado humano de su padre, ese que logró tocar los corazones de miles de personas.
Primeramente, el hoy presidente del grupo Omnilife-Chivas, agradeció a los presentes, amigos, familiares, chivahermanos y a los empresarios de Omnilife que hicieron un largo viaje para honrar la memoria de Vergara Madrigal.
“Siempre me enseñaste que tener miedo a la muerte es un error, en cualquier momento y sin saber te salía un tiburón por la coladera, tú me decías que el miedo no sirve para nada. Durante mucho tiempo no comprendía como vivir una vida sin miedo, ahora lo entiendo muy bien. Quiero que todos sepan el gran padre que fuiste, el hombre de luz, inspirando a muchos a ser mejores personas, hacen falta muchas más personas como tú en este mundo”, leyó Amaury.
Contó como fue educado con lecciones serias, nunca con violencia o golpes, era filosofía pura de la mente de su padre, siempre práctico y lleno de sentido común, enseñando a todo aquel que hablaba con él.
“Aprendí desde chico el valor de las cosas, del trabajo, a no dar nada por sentado. Jamás me presionaste a nada, no me exigiste ser algo o alguien, no pusiste sobre mí ninguna carga que no me correspondía, ni siquiera el día de hoy. Siempre apoyaste mis pasiones”.
Tocó el tema del divorcio con su madre (Maricruz Zataraín), en donde le agradeció que a pesar de la separación, nunca habló mal de ella y siempre hubo respeto, lo que mantuvo unido a los hermanos. Tocó el tema de su última esposa y con quien pasó sus últimos años, Rossana Lerdo de Tejada. Aunque sobre su segunda esposa, Angélica Fuentes, no hizo comentario alguno.
“Conociste a Rossana después de mi madre, después volviste con ella, y aunque cometiste muchos errores se perdonaron. Me demostraste que el amor lo supera todo. No puedo estar más agradecido con los dos por amarse de nuevo, te fuiste de este mundo conociendo el verdadero amor, el incondicional. El perdón fue una de las últimas grandes lecciones que nos diste en vida”.
“A Rossana siempre le agradeceré por acompañarte en tan difícil etapa en donde venciste la oscuridad de tu vida, lo lograste, y si tu cuerpo lo resintió, yo se que tu alma trascendió en esta vida”.
Una de las anécdotas que recordó Amaury es que un día su padre y él salieron a un centro comercial completamente descalzos, lo cual tomó como una lección de jamás avergonzarse de quienes eran.
Por último, mencionó que su padre trabajó hasta el último día de su vida, y ahora honrará su legado, siempre inspirado por todo lo que dejó.
“Las lagrimas que te lloró no son de tristeza; son de amor, de orgullo, de agradecimiento. Esta misa más allá de un memorial, es para agradecerle a Dios el haber podido conocerte. Cuando tengo duda siempre pienso como lo harías tú. Hoy que ya no estás físicamente, siento tu energía, tus consejos y enseñanzas”.