A sus 92 años de vida, don Enrique Pérez Domínguez baila al ritmo que le toquen, practica zumba y realiza una caminata diaria de aproximadamente 75 minutos. Ejercitarse debe ser un estilo de vida, dice con una gran sonrisa acompañada del grito “¡ánimo!”.
En entrevista en el cerro del Macuiltépetl, lugar que se ha vuelto su segunda casa todas las mañanas desde hace 30 años, cuando llegó a vivir a Xalapa, expresa sentirse motivado y con ganas de seguir moviendo el cuerpo, “¡ya habrá mucho tiempo para descansar!”.
Con ropa y calzado deportivo, al iniciar el día sale de su casa ubicada en Lázaro Cárdenas con destino al parque ecológico. Para él, cuidar de uno mismo es la clave para la longevidad, por eso también usa gorra y guantes para proteger sus manos del frío viento matinal.
Al hablar, don Enrique no deja de sonreír, se considera una persona alegre, llena de energía, amor por la vida y la naturaleza. Quien ahora forma parte de un grupo de zumba; comparte que la edad no es impedimento para irse a los bailes, una costumbre que tiene desde la juventud.
¿Qué hacía antes de mudarse a Veracruz?
Antes de mudarse a Veracruz, narra que aprovechaba los salones de baile en la Ciudad de México; era asiduo de 30, pues su gran pasión –dice– ha sido la música, sentirla y dejarse llevar por ella.
Afirma que tuvo etapas que para muchos podrían ser muy exigentes, pero para él fueron desafíos personales: en trabajo de “fondo largo” alcanzó a correr 18 kilómetros diarios y a hacer mil 500 abdominales con sus respectivos descansos entre series.
Ahora, además de una hora de zumba, camina 30 minutos de su casa al cerro, 15 minutos dentro del parque y media hora más para regresar nuevamente a su domicilio.
Aunque tiene la convicción de que el ejercicio es fundamental para tener una buena salud física y mental, aclara que no lo es todo, “hay que cuidar la alimentación y hacerse chequeos médicos”.
De joven, ¿a qué se dedicó don Enrique? Eso no importa, lo importante es darse el tiempo para cuidar la carrocería y también los interiores, porque "hay penas y se les debe dar salida”, dice quien este año perdió a su compañera de vida.
Padre de cuatro hijos, en sus recuerdos lleva a su esposa Apolonia Hernández, quien falleció el pasado mes de febrero. Hay pena y hay prescripción médica de hacer lo que le gusta, y lo que le gusta es el movimiento.
Allí, en un grupo de aproximadamente 40 mujeres, baila, grita, anima, aplaude y dice sentirse cobijado por personas que, como él, han encontrado en el Macuiltépetl un lugar seguro donde se sienten motivados a seguir viviendo intensamente.