Para quien llega a París por primera vez, la Torre Eiffel funciona a modo de guía. La punta de hierro se asoma desde cualquier punto, para no perderse. Fue su brillo la que guio la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024, a los pies del Trocadero, en camino del Sena.
Fue de oro y de diamantes, primero, cuando el desfile de los atletas a bordo de los barcos arrancó a unos kilómetros de distancia, aún con la luz del día, después de noche, cuando el momento exigía un espectáculo de luces dignos de una ciudad que presume de su luminosidad.
1- La lluvia no paró en toda la ceremonia en París
París puede ser hermoso bajo un sol radiante, pero también bajo la lluvia. El destino eligió esta segunda para enmarcar la ceremonia de inauguración de sus Juegos Olímpicos.
El día nublado cumplió su promesa y sobre la tarde una lluvia intermitente cayó sobre París.
A veces más fuerte, y otras no tanto, pero la lluvia acompañó a la ceremonia de inauguración casi de principio a fin.
Los 85 barcos navegaron por el Sena con sus atletas a bordo. El misticismo del río alterno el escenario con el paso de la llama por los confines de París, un escenario esplendoroso que ofreció al mundo la imagen tantas veces prometida.
París hizo alarde de su rica historia con sus edificios, sus puentes, todo aquello que la hace una ciudad misteriosa, pero apasionante.
otra vez. En el Trocadero, mientras tanto, una lluvia feroz probaba la resistencia de la gente, que aplaudía cuando en las pantallas se reproducía el desfile acuático, algo nunca antes visto en una inauguración.
Fue hasta la llegada de los atletas que el ambiente se tornó realmente olímpico. Los deportistas primero llegaron a cuentagotas, pero cuando el cauce del río encontró el camino no hubo quien los parara.
2-México puso el ambiente en el río Sena
Ay, ay, ay, ay, canta y no llores, gritaban los mexicanos, justo cuando el cielo más lloraba, si es que vale la metáfora para explicar la lluvia que cayó en París durante la ceremonia de inauguración. Pero el cielito es lindo, y más cuando lo evoca un mexicano.
La escena que ofrecieron los compatriotas apenas llegaron al Trocadero, luego de su paseo por el Río Sena, sirvió para ponerle calor a la noche lluviosa. Así echaron una porra y salieron de pronto los sombreros de charro, entre una marea de colores. Después llegaron todos y se colocaron alrededor de un escenario con forma de la Torre Eiffel. Como una reflejo de la verdadera.
El espectáculo tuvo sus momentos. Conceptos como el encanto, la sincronía, la libertad, la igualdad, la fraternidad, la hermandad, la oscuridad, la solemnidad y la eternidad marcaron los tiempos de la inauguración. Un simbolismo que evoca al propio olimpismo.
Un caballo blanco, como aquel de Napoleón, surcó las aguas del Sena y cuando llegó al Trocadero entregó la bandera olímpica. Luego tocó el tubo de Imagine, interpretada por Juliette Armanet, y ese deseo de un mundo sin guerra.
3- El pebetero flotante
Con el momento culminante aún por definirse, de pronto apareció en escena Zinedine Zidane. El ídolo francés dio paso a una serie de relevos donde participaron figuras como Rafa Nadal, Serena Williams, Tony Parker y Carl Lewis. El relevo definitivo, sin embargo, fue para los franceses, con la exatleta Marie-José Perec y el judoca Teddy Rinner como protagonistas. Aunque había una esperanza de que el fuego olímpico viviera en la torre Eiffel, el pebetero arderá en un globo aerostático imponente. El ascenso del globo al cielo parisino fue acompañado de la voz de Celine Dion, un cierre dorado, como la torre y como París.
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