Xalapa, Ver.- Entramos a su casa y todo se transforma. Allí se respira un ambiente diferente porque vive en un mundo de alegría, magia y color, de máscaras.
En el número 55 de la calle Costa Rica, en la colonia Francisco I. Madero, vive Moisés Calderón, el otrora famoso exluchador rudo profesional Drago Killer, quien está próximo a cumplir cuatro décadas de fabricar fantasías, alimentar sueños y esperanzas en chicos y grandes.
Moisés Calderón, de 66 años de edad, es el artesano de las máscaras, un creador de identidades que ha llegado a lugares insospechados desde que se inició en un oficio que se ha convertido en prácticamente su idioma, una labor que lo ha dado a conocer en el país y fuera de él.
El exgladiador recordó que fue la necesidad la que al principio lo orilló a hacer esto, ya que siendo luchador no contaba con los medios económicos suficientes para costearse sus arreos. “Carecía de dinero, además a veces no coincidía con los diseños que hacía la persona que me fabricaba mis equipos”.
Al principio sólo hacía máscaras de sus compañeros de profesión, pero poco a poco se fue adentrando al diseño de máscaras profesionales, incluso en alguna ocasión le hizo un par de máscaras a La Parka.
El “tejedor de milagros” rechazó ser un mascarero, como le dicen a algunos. “Yo soy artesano o diseñador de máscaras, no mascarero, que hay muchos y son los que venden las máscaras afuera de las arenas”.
Mientras se desarrollaba la entrevista recibió varias llamadas telefónicas de personas que le hacían pedidos de sus singulares cubrebocas, pero a la mayoría les dio una negativa, pues no hace más de 10 y uno de ellos le solicitó 100. “Las quiere para hacer negocio, ya que se las vendo en 200 cada una y él las revende en tres veces su precio”.
Sobre este tema recordó que un famoso luchador xalapeño de Triple AAA le pidió que le hiciera 50 máscaras, pero se negó. “No me gustó el precio que puso cuando él las iba a vender cinco veces más cara”.
BAJARON SUS VENTAS
Por otra parte, el coronavirus también le pegó en lo económico como a muchos otros comerciantes, ya que bajó considerablemente la venta de sus diseños. Sin embargo, se puso a tono con la pandemia y fabrica cubrebocas con las máscaras de varios luchadores. “Como artesano buscas la innovación, saber superarte y he aprendido muchas cosas, como hoy con lo del Covid-19 me vi en la necesidad de fabricarlos, gracias a Dios han tenido mucha aceptación”, agregó.
“Tuve que hacerlo porque yo no tengo un patrón como otros, a mí nadie me paga, entonces de dónde voy a sacar el dinero”, precisó.
Finalmente, señaló que no busca hacerse rico con su trabajo. “Sería una tontería matarme al hacer 100 cubrebocas porque sólo somos dos personas las que trabajamos aquí, yo lo tomo para sobrevivir, que no nos falten los alimentos”.