La jugadora Jacqueline Luna Castro lleva los colores de México en el corazón y lo exhibe con orgullo en el extranjero, desde su etapa colegial en Estados Unidos y su andar por Europa, además de formar parte de la selección mexicana de basquetbol que ganó la medalla de plata en el Centrobasket celebrado en St. Thomas, en julio pasado.
Este resultado no era pronosticado al quedar empatadas con cuatro victorias y una derrota junto con Islas Vírgenes y Puerto Rico, ya que carecen de apoyo en comparación al equipo varonil auspiciado por la Conade ante la ausencia de una Federación que norme a este deporte en el país.
“Este verano jugamos en el Centrobasket y ganamos la medalla de plata y no nos fue muy bien en el segundo torneo (FIBA AmeriCup femenina 2017), pero yo pienso que si tenemos el apoyo que necesitamos, sí podemos llegar con tiempo de anticipación para entrenar podemos formar un equipo muy bueno”, declaró la jugadora con una estatura de 1.88 metros que se desempeña como centro, poste alta y alero alta.
La mexicana naturalizada estadounidense juega en la Liga de Grecia con el equipo ateniense Esperides Kalliotheas que marcha en la séptima posición, con cuatro juegos ganados y cinco perdidos, aprovechó la pausa invernal para vacacionar con su familia en el Puerto de Acapulco. En el aeropuerto internacional Benito Juárez, la jugadora de 1.88 metros, fue recibida por su mamá y una de sus primas.
“Es un orgullo mío poder representar a México en el extranjero en países como Grecia, Australia y Finlandia, así como en otros lugares y tengo la fortuna de competir por mi país también”, declaró Jacqueline, que es la segunda extranjera en su equipo profesional junto a la estadounidense Ariana Moorer.
Aunque en este momento no hay muchas jugadoras que sean contratadas en ligas del extranjero, Jacqueline comentó que Alexis Piedad “La Gringa” Castro fue contratada en Francia y así como ella surgirán talentos que puedan abrirse camino por sí solas.
“La verdad que hay mucho talento mexicano, pero no tenemos el apoyo, este año ni pensaron que íbamos a calificar al torneo de calificación a la Copa del Mundo. Sin embrago, no pudimos entrenar, ni tuvimos dinero para nada y eso nos perjudicó mucho. Si nos dan un poquito de más apoyo pienso que podemos llegar muy lejos”, expresó con tristeza la situación que atraviesa el representativo femenino que a estas alturas tengan que competir por amor a la camiseta.
“La verdad nos lastima mucho, porque a nosotros nos gusta hacerlo y es un gran honor y orgullo poder representar a México, pero es muy difícil porque tenemos que dejar nuestros trabajos en el extranjero, la escuela o compromisos en México para ir a representar a nuestro país, eso nos cuesta dinero y tiempo”, lo que habla de la crisis que vive hoy el baloncesto mexicano.
Lo único que les queda es esforzarse más para mantener en pie de lucha la selección mexicana femenil de baloncesto, en tanto Jacqueline hizo un breve recorrido de su vida deportiva, desde que creció en Idaho, donde estudió la preparatoria, luego estuvo dos años en la Universidad de California en Santa Bárbara y tres años en el Colegio de Charleston.