Es un viejo roble, como dijeran por allí: “de esa madera de la que ya no hay, que ya no existe, de la buena, de la que se cuartea tal vez, pero que no se rompe”.
Él es don Armando Amaya Lagunes, un hombre recio, fuerte, de campo, que posee una figura granítica basada en su labor de muchos años atrás allá en el terreno rural de una congregación del municipio Emiliano Zapata, en Buenavista, donde sembraba de todo, desde maíz elotero, chayote, pepino y hasta melones.
Lo sorprendente de don Armando Amaya no es simplemente eso, sino que a sus 71 años se da tiempo para jugar beisbol, pero lo hace en una posición que, no cabe duda, hay que ser de acero para soportar encuclillas durante nueve entradas, que resumidas en tiempo sería alrededor de dos horas.
¿Pero en dónde basa esa fortaleza don Armando para mantenerse jugando en la receptoría durante 57 años ininterrumpidos? Eso ni él mismo lo entiende, sólo vive su vida, no sabe si son sus genes, su alimento de día a día, o que se ha mantenido al margen de una vida ociosa; ignora también qué le ha conservado siempre fuerte, ajeno a esas malditas lesiones que a veces cortan carreras de tajo.
Es muy cierto que casi seis décadas dedicadas al rey de los deportes en esa posición avalan a don Armando Amaya Lagunes como un ejemplo de longevidad, fortaleza y resistencia, pero sobre todo del amor a un deporte al que asegura le debe prácticamente todo.
“Es mi vida, a lo que me he dedicado siempre, lo que mejor sé hacer, es lo máximo”, dijo nuestro entrevistado durante un breve receso del partido que jugaba en el diamante de El Castillo correspondiente a la Liga Sabatina.
Lamentó que en sus tiempos no llegó algún buscador de talentos, como hoy se estila, que lo hubiera llevado a probar las mieles del profesionalismo. “Posiblemente faltó esa persona que llegara a Buenavista, uno de esos cazatalentos, pero en esos tiempos no los había, y aunque jugué mucho en toda la región no tuve la oportunidad de llegar a la grande”.
Así, el beisbolista en activo nacido un 27 de octubre de 1947 se despidió para seguir jugando con su equipo Chileros Chilpotles, como sólo él lo sabe hacer, y para seguir agrandando un personaje que hoy ya se ha convertido en leyenda, una legendaria figura que todavía juega al rey de los deportes como nadie, quizá como nadie a su edad en esa posición lo haría, algo digno para un “Aunque usted no lo crea”.
“Mira, siempre he caminado mucho, es lo que me gusta hacer, pero antes sembré de todo en el campo, siempre jornada tras jornada, faena tras faena, así viví, así me hice, pero siempre mentalizado en jugar mi deporte, el beisbol”
Armando Amaya Lagunes/
Beisbolista veterano en activo