Aunque fueron su abuelita y su suegra las primeras en enseñarle la técnica, Andrea González de los Santos, originaria de Soledad Atzompa, a través de tutoriales y cursos, se ha convertido en experta en la realización de amigurumis, muñequitos tejidos a gancho que pueden ser de estambre o lana de borrego.
Lo que más le gusta hacer son perritos por el amor que le tiene a los animales, aunque también hace jirafas, elefantes, cactus o gorritos. “Me gusta más hacer los amigurumis, siento que a los niños les gusta mucho y les emociona cuando los ven, se siente muy bonito cuando los juegan y sabemos que los van a cuidar mucho”.
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Desde sus 15 años empezó a aprender a tejer, comenzó por cosas simples y ahora puede hacer hermosas figuras. Estudió hasta la secundaria, un poco por la situación socioeconómica, pero “igual por rebeldía”, confiesa.
En su familia, en su casa, todos son artesanos, los hombres trabajando la madera y las mujeres tejiendo con lana o estambre. Andrea puede terminar un amigurumi en dos o tres días dependiendo del tamaño, aunque puede extenderse el proceso hasta ocho días.
¿Qué precios tienen las creaciones de Andrea González?
Los precios varían, pueden ir de los 50 pesos y hasta más de 300 pesos; las personas admiran el arte y muchos compran sin regateo y otros siempre buscan tener un precio más económico.
“La gente los compra porque casi no hay tejidos así; sí, pero muy poco. Algunas personas se espantan de escuchar el precio de los productos porque obviamente hay peluches más grandes y mucho más baratos, pero cuando nos compra a nosotros, se lleva una historia con el muñeco que nos compra porque lleva su proceso y lo hacemos con mucho sentimiento y amor”.
Señala que son pocas las personas que compran sin chistar, pues la mayoría busca tener un descuento pese a que su trabajo requiere de tiempo y esfuerzo como cualquier otro.
“Esto es difícil, llegan a doler los brazos, si estás tejiendo no puedes ir a lavar inmediatamente porque tu cuerpo se caliente, sobre todo la espalda y los brazos, entonces, digamos que, sí lo hacemos de momento, pero en la noche duele mucho, o se acalambran los brazos porque está uno muy caliente de estar tejiendo y tejiendo y para irse a meter al agua es muy difícil. Yo tejo más en la noche porque es cuando ya sé que no voy a lavar los trastes o la ropa”.
Aun con el trabajo que implica, dice sentirse orgullosa de lo que realiza porque además hay muchas personas que lo admiran y valoran.
“Hay personas que sí nos chulean mucho las cosas, nos dicen ‘qué padre’, la paciencia que tenemos, la curia, y hay algunas otras que no les interesa, pero yo me siento muy orgullosa, se siente uno importante de saber que puedes hacer algo y que la gente diga ‘qué impresionante, yo no puedo hacer nada o yo no puedo ni tejer’.
Incluso refiere que hay personas que se le han acercado a preguntar si imparte clases; sin embargo, asegura que no se considera buena maestra y prefiere no hacerlo.
El trabajo de Andrea y otros artesanos del estado, se presenta en expo ventas que se realizan por temporadas en Xalapa y otras ciudades de la entidad. Regularmente lo hacen en su municipio.