¿La inteligencia emocional es diferente entre hombres y mujeres?
La respuesta rápida es sí. Biológicamente, no estamos diseñados de la misma forma, y eso no necesita grandes explicaciones. Pero más allá, la forma en que nos expresamos, nos enfrentamos a la vida diaria y nos relacionamos con los otros y con el entorno tampoco parece ser igual.
Esto, en buena medida, es porque nuestras competencias y habilidades sociales y emocionales, o lo que podemos llamar “inteligencia emocional” es diferente en hombres y mujeres.
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No es relevante afirmar quienes son más inteligentes, pero sí es importante mencionar que hay estudios que han mostrado que las mujeres tienen mayor capacidad para percibir, manejar y entender las emociones, mayor motivación, mejor manejo de las relaciones que establecen con otros y más empatía.
Mientras que los hombres tienen mejor capacidad para ajustarse a nuevas situaciones, pueden resolver problemas con más facilidad, enfrentar mejor los momentos de estrés, suelen sentirse más satisfechos consigo mismos o en general con la vida y se muestran más positivos.
Entonces, somos diferentes y eso no está mal, el asunto es cuando estas diferencias se convierten en un problema, cuando nos topamos con una realidad en la que las oportunidades, en diversos ámbitos, no son iguales, y nos enfrentamos a frases como “ella no soportaría este trabajo tan estresante” o “un hombre no tiene la sensibilidad que se requiere para trabajar aquí”.
Pero, ¿qué podemos hacer?
Vayamos al origen, en la infancia es cuando se desarrollan mayormente estas capacidades, y los padres tienen un papel protagónico. Las interacciones que se establecen entre padres e hijos son proveedoras de recursos básicos para el desarrollo personal, social y emocional, no solo cuando somos niños, sino por el resto de nuestra vida.
Una crianza basada en respeto, comunicación y con límites claros, repercute en la capacidad para manejar el estrés, en el estado de ánimo, la adaptabilidad y la autoestima. En general, el proceso de crianza influye fuertemente en el desarrollo de un adulto saludable.
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Sin embargo, las prácticas de crianza, fomentan determinadas capacidades sociales y emocionales dependiendo de si eres hombre o mujer, contribuyendo a la brecha de género.
Entonces, podemos empezar por encaminar nuestras acciones hacia el fomento de una crianza positiva que estimule el desarrollo de la inteligencia emocional, como una ruta efectiva para la transformación social, donde sin importar si biológicamente naces hombre o mujer, el entorno te brinde las mismas oportunidades y como individuos tengan las capacidades para aprovecharlas.
*Instituto de Investigaciones Psicológicas e Instituto de Salud Pública UV