Hace unos días asistí a una conferencia sobre los antiguos pobladores de la selva amazónica. Como trabajo en la región olmeca, caracterizada por un ambiente tropical, me interesaba conocer las técnicas para ahuyentar mosquitos que los arqueólogos de la selva más grande del mundo podrían compartir (también, los métodos de investigación que están implementando y sus resultados).
Al parecer, la estrategia de rodear la unidad de excavación con insecticida sigue siendo la más utilizada. Aprendí algo más. Eduardo Neves, destacado arqueólogo brasileño y conferencista, nos platicaba cómo los diversos escenarios de la selva más grande e importante del mundo han obligado a los especialistas a mirar desde otra perspectiva.
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Sus descubrimientos han provocado una necesaria ruptura en las formas tradicionales de pensamiento arqueológico ya que, hasta hace algunos años, la tendencia ideológica apuntaba a la imposibilidad de que sociedades pudiesen desarrollarse en ambientes tropicales y de alta humedad con aparentes suelos pobres para la agricultura y recursos proteínicos limitados.
No obstante, las recientes investigaciones arqueológicas en el Amazonas muestran que no sólo hubo ocupación desde hace más de 5000 años, sino que los antiguos habitantes eran unos verdaderos “administradores” del entorno; y que vivían bajo una perspectiva de respeto y equilibrio biológico y cultural, alcanzando un alto grado de complejidad sociocultural.
En cada imagen que se mostraba sobre el Amazonas me era inevitable pensar en el sur de Veracruz, donde hago trabajo de campo desde hace 15 años, y donde las investigaciones en torno a la antigua sociedad olmeca nos han mostrado que la situación en el pasado era muy similar a lo observado en Sudamérica.
Por ejemplo, en el sitio arqueológico de San Lorenzo, los estudios arqueobotánicos revelan una profunda tradición de la práctica de horticultura (huerto/hortalizas) y arboricultura (relativo a árboles); así como, en las estrategias de diversificación y conservación de recursos alimenticios provenientes de los ríos y las inundaciones anuales (diversidad de peces, tortugas, camarón). Asimismo, se han recuperado restos botánicos de frijol, calabaza, cacao, chile, tubérculos y una variedad de árboles que permiten la reconstrucción del paleoambiente, y que nos aleja de la idea establecida del cultivo intensivo de un único grano básico, como el maíz.
Hemos aprendido que los olmecas, durante siglos, generaron un sistema de manejo del paisaje selvático que, en gran medida, condicionó su éxito como una de las sociedades antiguas más importantes del mundo. La arqueología olmeca ha contribuido a una mejor comprensión de la historia cultural de esta parte del estado de Veracruz, al tiempo de visibilizar modelos generados en el pasado sobre gestión o administración ambiental de la selva, producción de alimentos y la conservación de este ecosistema hoy amenazado.
La arqueología en las selvas (veracruzanas y amazónicas) no sólo nos permite mirar al pasado, también posibilita generar modelos para el futuro en torno a la producción sostenible, fundamentados en la coexistencia entre la diversidad biológica y cultural, hacia la salvaguarda el patrimonio biocultural.
* Instituto de Antropología, UV