A los 24 años me diagnosticaron Síndrome de Ovario Poliquístico (SOP), una condición hormonal que causa síntomas como hirsutismo, acné, falta o espaciado de menstruación, sobrepeso, resistencia a la insulina, infertilidad, etcétera. El tratamiento con anticonceptivos hormonales iba bien, pero al suspenderlo, los quistes y la falta de menstruación volvían. Busqué más opiniones médicas, pero el tratamiento siempre era el mismo y no funcionaba.
Cuando quise embarazarme me sometí a uno nuevo a base de otras hormonas sintéticas para estimular la ovulación. Después de dos intentos, me embaracé, pero resultó en pérdida a las 22 semanas de gestación. Quedé devastada, sin ganas de probar hormonas nunca más. Comencé a investigar arduamente sobre el SOP: el mecanismo de acción de las hormonas del ciclo menstrual y su diferencia con los estrógenos y progestágenos usados en los anticonceptivos hormonales.
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Investigué el aporte nutricional que requieren los ovarios para tener un funcionamiento óptimo. Consulté a una nutrióloga especializada en fertilidad. Cambié algunos hábitos alimenticios y tomé algunos suplementos y vitaminas. En unos cuantos meses quedé embarazada. Existe una reiterada invisibilización hacia las mujeres en la investigación científica médica. Hay muy pocos estudios diferenciados por sexo, lo cual ha provocado que hayamos sido medicalizadas con dosis que no corresponden a nuestro cuerpo tan sólo por el hecho de que no metabolizamos igual que los hombres.
El enfoque reduccionista en la atención al ciclo menstrual, limitándolo únicamente a su función reproductiva, puede llevar a que los médicos se centren únicamente en los desequilibrios hormonales cuando uno de los síntomas es la infertilidad y la mujer desea quedarse embarazada. Esto puede resultar en tratamientos basados en hormonas sintéticas, en lugar de considerar opciones más diversas, ya que la ovulación no es vista como un proceso necesario para el mantenimiento de un estado saludable. Tan relegada está la ovulación para la investigación, diagnóstico y tratamiento, que no se le considera a este proceso como uno de los principales medios de evaluación de la salud general, para descartar o diagnosticar algunos padecimientos.
El sistema inmune, la resistencia a la insulina, la absorción de nutrientes, la energía física y los procesos cognitivos cambian a lo largo de las diferentes fases del ciclo. Y esto no está considerado en las investigaciones.
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La problemática de los efectos secundarios de los métodos anticonceptivos ha llevado a la búsqueda de alternativas de diferentes farmacéuticas, en lugar de simplemente suspender su uso. Sin embargo, el hecho de que existan tantos casos de efectos secundarios indica que estos métodos no son inofensivos y que sus beneficios pueden no compensar los daños causados. Por lo tanto, es necesario continuar investigando y desarrollando métodos anticonceptivos más seguros y efectivos. Tan grave es el asunto, que se están recetando hormonas sintéticas a mujeres con problemas circulatorios, migrañas o trombofilias porque no se realizan historias clínicas completas o pertinentes. El resultado: secuelas graves a la salud o hasta la muerte.
*Psicóloga y Sexóloga. Colectivo Akelarre A.C.