El olvido implica la pérdida de información adquirida. Olvidar puede ser benéfico cuando deseamos remover recuerdos de una pesadilla o de un evento traumatizante, es decir funciona como una estrategia para mantener la salud mental; no obstante, la pérdida progresiva de los recuerdos, la incapacidad de memorizar nuevos eventos, o bien olvidar cómo se ejecutan actividades como masticar o caminar, refiere a un daño cerebral.
La memoria se forma mediante la interacción de circuitos neuronales que responden a estímulos, por esto entre más presente este un estímulo más se consolidad la memoria y es más fácil recordar. De manera normal olvidamos cosas cuando éstas no se consolidan de manera correcta, o bien cuando consideramos que no son relevantes para nuestro desarrollo y desenvolvimiento.
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¿Qué puede provocar el olvido?
No obstante, el olvido puede ser generado por un estresores físicos y químicos, estos factores pueden influir en la pérdida transitoria, parcial o total de la memoria. Un golpe debido a accidente, estrés crónico, o incluso la contaminación ambiental, pueden inducir fallas en el flujo de nutrientes y oxigenación cerebral promoviendo neuropatías en las que la pérdida gradual de la memoria es un síntoma que ayuda al diagnóstico.
Por ejemplo, la Enfermedad de Alzheimer descrita en 1901 por Alois Alzheimer, es una entidad neurológica caracterizada por la desorientación espacial, la pérdida de la memoria, así como disminución de la capacidad de razonamiento crítico, conduciendo gradualmente a un estado de demencia. Según datos de la Asociación Mundial de Alzheimer en 2022, en México esta enfermedad afecta más a mujeres que a hombres.
A nivel cerebral, las neuronas sufren alteraciones que incluyen la aparición de ovillos neurofibrilares favorecidos por la acumulación de la proteína Tau, o bien acúmulos de la proteína beta-amiloide, lo que impide su correcto funcionamiento y altera la comunicación celular. Aunque la afectación ocurre en todo el cerebro, las regiones cerebrales más afectadas son las relacionadas a la consolidación del aprendizaje y la memoria.
Estas alteraciones morfofisiologías conducen gradualmente a la muerte neuronal, favoreciendo la activación del proceso neuroinflamatorio; en consecuencia, al reducirse el número de neuronas disminuye la masa encefálica. Se conoce que el cerebro de los pacientes con Alzheimer sufre una reducción del 10%, lo que propicia que los síntomas sean más notorios.
¿Cómo impedir el daño?
El diagnóstico incluye pruebas de laboratorio, por ejemplo, resonancia magnética y análisis genéticos en búsqueda de genes relacionados con la patología, aunque la valoración sintomática por parte del médico sigue siendo un recurso fundamental para la identificación de la enfermedad. Existen diferentes tratamientos que permiten la mejora de los pacientes, y se han desarrollado estrategias de acompañamiento psicoterapéutico para cuidadores.
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Los tratamientos farmacológicos se adaptan a medida que avanza la enfermedad. Entre los fármacos de primera elección están los inhibidores de la acetilcolinesterasa. Aunque no existe un método eficaz, se sabe que actividades como el ejercicio, la gimnasia cerebral, convivir con otros, dormir bien, una dieta saludable y buscar ayuda médica, son factores que protegen a la población de una enfermedad caracterizada por el olvido.
*Centro de Investigaciones Biomédicas e Instituto de Neuroetología, UV.