Espeleólogos, arqueólogos y fotógrafos trabajan en una réplica virtual de la fascinante cueva submarina Hoyo Negro en México, un tesoro arqueológico donde se encontró el esqueleto más antiguo de América, perteneciente a una joven que vivió hace 13.000 años y al que bautizaron Naia.
Alberto Nava Blank, quien junto con Alejandro Álvarez y Franco Attolini descubrió en 2007 el sitio, comentó que debido a su complejidad y a la falta de luz para registrarlo, recurrió a procedimientos diversos, entre ellos el “pintar con luces” la oquedad, mediante un registro fotográfico con tomas multidimensionales que ya procesadas digitalmente, crean un mapa complejo del fondo de la cavidad y los túneles que la conectan.
Después de dos años de trabajo, Nava tiene ya registrado en tercera dimensión el piso del Hoyo Negro -que tiene 62 metros de diámetro y 55 de profundidad- y algunas paredes.
"Algún día voy a tener una réplica completa", dijo el arqueólogo, que aún se maravilla al describir el agua cristalina y la profunda oscuridad de la cueva, que tiene forma de una campana, y cuya ubicación el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) guarda con recelo para protegerla de saqueadores.
La comunidad científica se deslumbra con los hallazgos dentro del Hoyo Negro, en el estado de Quintana Roo, que incluyen los restos de 42 animales del Pleistoceno Tardío, pertenecientes a 13 especies, siete de ellas extintas.
Restos de tigres dientes de sable, perezosos gigantes de más de cinco metros de altura, osos tremarctinos y un cánido parecido al lobo sudamericano figuran entre los descubrimientos realizados en Hoyo Negro.
Esta gran oquedad inundada, considerada una de las diez más importantes del mundo, forma parte a su vez de la mayor cueva del planeta, de 347 km de largo, descubierta por el INAH en el marco de la investigación "En busca de las fuentes de agua ancestrales" y que incluye otros dos sistemas de cuevas, Sac Actun y Dos Ojos, que están unidas a Hoyo Negro.
En Sac Actun se encontraron "más de 200 cenotes" (piscinas) con restos de "huesos de fauna extinta del Pleistoceno, como gonfoterios (elefantes antiguos), perezosos gigantes y osos", develaron arqueólogos del INAH, que agregaron que sus restos arqueológicos tienen en su mayoría "un grado de conservación asombroso" con una "extensa temporalidad de más de 10.000 años".
La historia de Naia
Hace 13.000 años, el nivel del mar era entre 80 y 100 metros más bajo que hoy día. En la era del hielo, los casquetes polares acumulaban enormes masas de agua que luego formaron las cuevas por las que más tarde bajarían los primeros habitantes de América y animales en busca de refugio y agua. Muchos murieron atrapados en el fondo de la cueva, como Naia.
El esqueleto de Naia, nombrada en recuerdo a las náyades de la mitología griega que cuidaban de los estanques en la antigüedad, ha sido objeto de múltiples estudios.
De cara plana y boca pronunciada, Naia "corría mucho, pero no hacía casi nada con los brazos (...) tuvo que tener una gran emergencia para entrar en la cueva" donde murió hace 13.000 años, tal vez perdida en la profunda oscuridad aunque seguramente conocía "los riesgos".
Muy delgada y con piernas fuertes, Naia se alimentaba de carne fresca y frutas, dio a luz por lo menos una vez y "sufrió violencia física", dijo en una conferencia el doctor James C. Chatters, del Laboratorio Applied Sciences/Direct AMS, de Washington.
Un hueso fracturado y sanado en vida evidenció la violencia física que sufrió la joven que no medía más de 1.50 metros, no pasaba más de 50 kilos y cuya procedencia era Beringia.
Según una de las teorías más aceptadas, hubo migración de Asia a América a través del estrecho de Bering, ante el bajo nivel de los océanos posiblemente causado por una Glaciación.
Los arqueólogos esperan ansiosos otras historias que esa joven pueda contar al mundo sobre los primeros pobladores de América y la vida hace miles de años en lo que es hoy la península de Yucatán.
En esta región también podría estar el secreto de un enorme cráter de 30 km de radio, que habría sido formado por el impacto de un meteoro que podría haber acabado con la flora y fauna, incluidos los dinosaurios.
Cada milímetro, cada segmento de Naia ha sido registrado para su estudio en Canadá, Estados Unidos y México. El esqueleto está bajo el resguardo del Museo de Antropología e Historia de la capital mexicana.
"Naia es el esqueleto (de un panamericano, los primeros hombres América) más completo encontrado", dijo Chatters.