Veracruz, Ver.- Alondra Gutiérrez Uscanga, aprendió el oficio de “viene-viene” de su difunta madre y aunque esa actividad le permite ganar un extra no se salva de recibir algunos malos tratos y palabrotas de los automovilistas.
En entrevista para Diario de Xalapa, la joven de 23 años, madre de familia relata que su madre Flor Uscanga Andrade a quien conocían como la “Güera” se inició en el oficio por accidente.
Cuenta que por las tardes su mamá acostumbraba a sentarse en la banqueta, frente a su casa para refrescarse y en alguna ocasión ayudó a un señor que no podía estacionarse y a cambio le dio una moneda.
“Mi mamá era ama de casa, pero en las tardes le gustaba sentarse en la banqueta para tomar el fresco, un día una persona no podía estacionarse y mi mamá le ayudó porque la calle es reducida, la persona en agradecimiento le dio una moneda y ya ella vio que podía sacar unas monedas ayudando a la gente; así empezó”, recuerda.
¿Cuál es la historia de Alondra?
Durante su infancia y adolescencia aprendió del oficio, pero era su mamá la encargada de “la chamba”, pero cuando su progenitora se enfermó ella y su hermana empezaron a desempeñar esa actividad.
“Yo me casé joven, la verdad es que no era muy buena para la escuela y no le seguí, como mi esposo es de Tierra Blanca nos fuimos a vivir por allá, estuve algún tiempo hasta que mi mamá se enfermó nos regresamos y fue que empezamos de lleno con lo de ayudar a acomodar los carros o viene-viene como le conocen”, expresa.
Víctima de un cáncer, su madre finalmente falleció hace cinco meses y desde entonces tanto ella como su hermana y las parejas de ambas dedican un espacio del día a acomodar los carros para completar el ingreso familiar.
El fallecimiento de mi mamá fue un golpe muy duro, tenemos a nuestro papá pero siempre la madre es más unida a los hijos, ahora que soy madre la entiendo todo el amor, con mi hermana nos dedicamos a acomodar los carros, una semana le toca a ella y a su esposo y otra semana nos toca a mi esposo y a mí, ahí nos vamos repartiendo
Aclara que la actividad no es un trabajo, es un oficio bastante noble que les permite el extra, ya que su esposo trabaja en el servicio de limpia pública municipal, pero también tiene que aguantar varias ofensas de parte de algunos automovilistas.
“Es un oficio bonito, hay mucha gente que te agradece que lo ayudes a estacionarse, te da una moneda de cinco pesos, de 10, o un peso que es lo menos, pero también hay personas bien groseras, hasta recuerdan a la mamá, te dicen huevón, ponte a trabajar y pues de alguna manera es un trabajo, es una ayudita para completar porque mi esposo y mi cuñado trabajan en la basura, pero pues el sueldo es bajo, con esto ya ahí vamos”, menciona.
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Alondra es madre de familia de un niño y reconoce que se arrepiente de no haber estudiado pues entiende que la situación económica es difícil por lo que asegura que piensa “echarle muchas ganas” para que su hijo sí estudie y que no piense ser viene-viene para no ver malas caras de algunas personas.
“Ahora que soy madre quiero para mi hijo una vida distinta, es feo cuando la gente te maltrata, yo no quisiera que mi hijo sufriera de eso, vamos a echarle ganas con su papá para sacarlo adelante”, puntualiza.