Xalapa, Ver.- Tristeza, nostalgia y el avivamiento de recuerdos de xalapeños nativos y adoptivos deja la caída del laurel de la India, árbol emblemático que marcaba el inicio de la segunda cuadra de la calle Diego Leño.
Sin importar oficios, profesiones o edades, la mayoría de quienes transitan por esta céntrica calle lamentan que el laurel ya no esté para embellecer el paisaje, dar sombra y ser hogar de decenas de aves que a lo largo del día se posaban en sus ramas.
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El que hasta el sábado 6 de julio por la mañana era un frondoso ejemplar de una especie perteneciente al género Ficus, para la tarde de este lunes es solo un elemento más de la memoria colectiva.
¿Qué opinan los xalapeños sobre la ausencia del laurel en la calle Diego Leño?
Ante el asombro de los transeúntes, del laurel ya solo quedan como rastro partes de sus raíces y algunas hojas; otro árbol de menor tamaño está en proceso de poda por parte de la Dirección de Medio Ambiente local.
“Uno se encariña con el paisaje, con los árboles; ahora que no está, siento tristeza. Lo recuerdo con su verde oscuro y los pájaros que en la tarde hacían una verdadera fiesta”, expresa Luz María Valdivia Martínez, vecina de la zona que pasa diariamente por la calle Diego Leño.
También están las personas que afirman recordar ese y otros laureles en sus recorridos para dejar a sus hijos en el jardín de niños “Virginia Aguilar Pensado”, para ir al parque Los Berros o como paso obligado para ir a las antiguas oficinas de Correos o las primeras instalaciones de la escuela de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana.
Las expresiones van más allá del espacio físico y llegan a las redes sociales. Víctor Manuel Andrade Guevara manifiesta que no volverá a ser igual su camino hacia el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales-UV.
“Nuestro mejor vecino ha caído. Su sombra se extrañará siempre”, manifiesta el académico, mientras la poeta y gestora cultural Maliyel Beverido se remonta a su infancia, cuando a su paso hacia la primaria Rébsamen disfrutaba ver el laurel y los otros árboles que antes hacían un túnel en este lugar.
“Se siente horrible cuando se cae un árbol de esas proporciones y que nos ha acompañado tantos años, pero también es una buena oportunidad para sembrar un árbol de esta región”, opina Marbella Lobato.
El artista Manuel Velázquez también se refirió a este hecho: “Ayer se cayó mi árbol hermoso. ‘Era un ficus (laurel de la India), árboles que no son nativos. Quizás nunca debieron haber estado ahí, pero los sembraron. Rompen las banquetas, tiran semillas, son gigantes, han desplazado a los árboles nativos que sí aportan beneficios ecológicos a las especies, como abejas’. Jajajaja pero era mío, era hermoso y lo quería. Lo extrañaré”.
Aunque hay discrepancia en la edad del laurel de 18 metros de altura, el biólogo Antonio Méndez Rodríguez apunta que eso es lo de menos ante el cariño de los pobladores.
“Hay confusión. Se dice que tenía 60 años, pero en 1976 retiraron algunos y a otros les colocaron redondeles. En los 80 había ya nuevos ejemplares”, comparte para luego señalar la importancia de sembrar especies nativas y de tallas acordes a los espacios donde se colocan.
“La caída del árbol luego de varios días de lluvias nos convoca a la reflexión. Sí, hay nostalgia, pero ¿qué habría pasado si hubiera muertes?”, cuestiona.
Al respecto, la señora Sara Gutiérrez Ortiz dice que los antiguos árboles no son los que quedaban, “hubo unos que se cayeron y sembraron nuevos, causaron destrozos en las tuberías y patios de las casas”, asegura para luego exhortar a la población a no oponerse a las podas y a estar más informada antes de emitir opiniones.
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