Con más de 58 obras literarias, reconocimientos nacionales e internacionales y una vasta trayectoria en el mundo de las letras y el ambientalismo, Homero Aridjis es hoy es reconocido como uno de los mexicanos que internacionalizó la defensa de la naturaleza.

Hace unos días la Fundación Internacional Pax Natura otorgó a Aridjis el Premio Pax Natura 2022 por su labor como uno de los líderes internacionales en lucha de la defensa del medio ambiente.

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En entrevista con El Sol de México, el escritor cuenta cómo ha sido su lucha por el medio ambiente y afirma que esta pelea no sólo se hace con el cuerpo, sino también con el alma y el corazón.

Aridjis es originario de Contepec Michoacán, un pueblo que se caracteriza por ser uno de los lugares por los que la mariposa monarca pasa cada mes de noviembre para llegar a su santuario en el mismo estado.

“En mi pueblo la gran fiesta de la naturaleza era la llegada de la Mariposa Monarca. Miles de ellas inundaban sus calles cada año y desde entonces he vivido enamorado de ellas”, dijo.

También narra que el amor de su madre hacia los pájaros fue otro de los factores que lo enamoraron de la ecología:

“Mi madre adoraba los pájaros y todas las paredes de nuestra casa estaban llenas de ellos. Fue así como crecí escuchando el gorjeo de esos bellos animales y que cree un vínculo espiritual con ellos, y así surgió mi movimiento en la ecología con estas dos especies representándome”.

Una de sus obras más destacadas es La Montaña de las Mariposas, un libro en el que Homero Aridjis aborda la fascinación por estos insectos y explica que tener su presencia en el país no sólo es una representación de la biodiversidad y la cultura de México, sino que también representa una fiesta que celebra la vida.

Uno de los momentos más gratificantes como ecologista fue cuando se logró el decreto oficial de protección de los bosques de la mariposa monarca y posteriormente se convirtieron en patrimonio natural de la humanidad cuando fui embajador de México en la UNESCO.

Más de 37 años luchando

Aridjis inició de manera formal su lucha cuando creó el Grupo de los Cien, un conjunto de intelectuales, artistas y otras personalidades que buscaban sumar esfuerzos para defender la naturaleza.

Para ello, tuvo que reclutar las voces de figuras influyentes que pudieran dar más fuerza al movimiento, tales como Octavio Paz, Elena Poniatovska, Rufino Tamayo y Leonora Carrington, entre otros.

“El grupo fue creado en un momento de desesperación, en pleno 1985 después del terremoto de la Ciudad de México, era un momento en el que sufríamos una contaminación mortífera, que incluso llegaba a nivel de banqueta”, recuerda.

En ese entonces se percató de que había muchas denuncias por la contaminación y el maltrato de la naturaleza, aunque todas eran aisladas.

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Por ello, decidió crear un grupo en el que la defensa de la naturaleza se trabajara en conjunto para tener mayor visibilidad.

“Le hablé a grandes amigos como Octavio Paz, quienes aceptaron sin dudarlo por tratarse de temas de ecología y de un beneficio social”, añadió.

A partir de entonces, Ardjis inició una investigación exhaustiva sobre los problemas ambientales de la época y se dio cuenta de que estos eran más graves de lo que se imaginaba.

Desde los inicios del grupo, intelectuales, pintores, escritores y poetas pusieron manos a la obra para ayudar a visibilizar la problemática.

“Hicimos la primera exposición de arte ecológico en México en una galería de la colonia Roma en la que expusimos varias obras de arte. Una de las ponencias que tuvimos fue una pasarela en la que las misses representaban los barrios más contaminados de la Ciudad de México y sus alrededores, entonces las chicas salían a la pasarela cubiertas de basura o chapopote para generar conciencia… El impacto fue tal, que el día que llegamos mi esposa y yo a la galería ni siquiera pudimos entrar por la cantidad de gente que había en el lugar”, narró.

La exposición contó con la dirección del artista plástico Tomás Parra y con algunas obras de artistas como Rufino Tamayo.

Con ello, el movimiento iniciado por Homero ya era reconocido y apoyado por los mexicanos y poco a poco se fue internacionalizando.

“Yo recogí la bandera del movimiento de la ecología y sin darme cuenta, esa bandera me puso al frente de una lucha en la que confiaban miles de personas”, expresó.

Así, con la galería de arte y otras acciones del Grupo de Los Cien, hizo que el movimiento creciera a pasos agigantados, llevando consigo varios éxitos en defensa de la naturaleza.

En 1990, después de intensas campañas contra los depredadores de las tortugas marinas, el Grupo de Los Cien logró la veda total de la matanza y comercialización de tortugas marinas en México.

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Cuenta que precisamente una de las luchas más difíciles fue la defensa de las tortugas marinas, la cual llevaba a cabo incluso en sus vacaciones:

“Una vez asistí a una de las playas en las que sólo veían a las tortugas como billetes verdes. Fui a encarar a los que se dedicaban a eso y les dije: Espero que estén orgullosos de ser asesinos de tortugas, de criaturas inocentes y de la vida, y al escuchar esas palabras se quedaban atónitos”.

Otro de los logros de Homero ha sido detener la creación de la salinera más grande del mundo, la cual se pretendía construir en la laguna de San Ignacio, lugar en donde se reproduce la ballena gris.

“Para tener el apoyo y detener la salinera, mi esposa y yo viajamos a países como Inglaterra, Irlanda y Mónaco, a donde llevamos la bandera de la defensa de la ballena gris y afortunadamente obtuvimos resultados; vino el príncipe Bernardo, Glenn Close con su hija, Robert Kennedy, entre otros”, dijo.

Lucha difícil en un país hostil

No es un secreto que el medio ambiente no figura en las prioridades de los mexicanos y que por ende, los gobiernos muestran poco o nulo interés en dichos temas. Ante ello, Aridjis expresa:

“La ecología es un tema que muchos no consideran importante, es por eso que los reconocimientos y los atentados no obtienen la visibilidad que deberían de tener y esto en ocasiones genera respuestas agresivas de ciertos grupos o personas”, dijo.

Sin embargo, afirma que la violencia no es un tema exclusivo de los activistas ambientales, y que más bien el país está viviendo una ola de violencia que azota a todos los sectores de la población.

“Vivimos en un país ecocida, feminicida y homicida, en el que todos se violentan entre todos. Nuestra cultura no fomenta el respeto por los demás y mucho menos por la naturaleza”, comentó.

Cuenta que durante su trayectoria como activista también ha tenido enfrentamientos con personalidades reconocidas, como periodistas y empresarios:

“Me han dicho que estoy mal de la cabeza por no elegir el dinero o la fama, pero para mí defender la naturaleza es defenderme a mí mismo y eso me parece lo más sensato que puede hacer una persona”.

También expresa su sorpresa a la indiferencia que muchos muestran ante estos temas en pleno siglo 21: “Muchos no le ven sentido a las acciones ecológicas y simplemente se ríen de los esfuerzos que hacemos”.

Subrayó que es urgente detener proyectos como el Tren Maya, obra con la que afirma que “el presidente López Obrador pasará a la historia como el asesino de la cultura Maya”, ya que con esta obra no sólo se están destruyendo los ecosistemas, sino también el legado de una de las civilizaciones más antiguas e importantes de toda la humanidad.

Sigue al pie del cañón

A sus 82 años, Homero Ardijs continúa luchando por la ecología y llamando a más personas a formar parte del cambio.

Por medio de sus acciones como activista con organizaciones, fundaciones y empresas, en conjunto con su trabajo literario, Aridjis hace un llamado día con día para que los adultos y jóvenes de hoy luchen por la conservación del planeta.

Afirmó que los jóvenes de hoy son quienes tienen que continuar con la lucha constante de la defensa de los animales:

“Últimamente muchas especies se han extinguido, algo imposible de creer, después de ver que en algunas civilizaciones los animales eran los mejores amigos del hombre y en otras eran considerados nuestros semejantes e incluso nuestros dioses”, puntualizó.

“Tenemos una responsabilidad con la historia de defender nuestra cultura, de defender el legado de nuestros antepasados y el de futuras generaciones”, puntualizó.

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