En semanas recientes México registró ondas de calor extremo derivadas de condiciones climáticas por el calentamiento global, que incidieron en cambios drásticos de temperatura, aunado a los fenómenos de El Niño y La Niña, que también alteran los patrones climáticos.
Lo anterior lo dio a conocer Arturo González Zamora, adscrito al Instituto de Investigaciones Biológicas de la Universidad Veracruzana (UV), quien detalló que si nuestra sociedad no está preparada para enfrentar estas situaciones, los animales menos, sobre todo los que tienen el cuerpo cubierto de pelo, como es el caso particular del mono aullador, que al superar sus umbrales máximos de temperatura comienzan a sufrir problemas de salud por sobrecalentamiento, generando estrés térmico y poniéndoles en situación vulnerable rápidamente.
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El investigador universitario mencionó que estos primates se vieron afectados principalmente en el sureste del país, en específico en el estado de Tabasco, que registró una sensación térmica superior a los 50°C.
Según reportes oficiales, murieron 204 ejemplares; sin embargo, la cifra podría ser un subregistro, ya que el número puede ser mayor, dado que los monos aulladores se encuentran en lugares poco visitados por el humano.
González Zamora explicó que esta especie tiene casi todo el cuerpo cubierto de pelo y ha evolucionado a vivir en determinadas condiciones de temperatura, pero cuando supera ese umbral se queda inmóvil, entra en estrés térmico y se caen de los árboles “como manzanas” porque les ocasiona rigidez.
Refirió que en Tabasco el mono aullador ha aprendido de manera forzada a habitar espacios modificados por la mano del hombre, propiciando que quede muy poca selva y hábitat disponible para los animales silvestres.
Espacios como algunos acahuales que se mantienen como vegetación en regeneración y que la gente deja para extraer leña, los animales los usan también para mantenerse, pero son pequeñas fracciones de bosque y los animales no tienen suficiente cobertura.
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A las altas temperaturas se suman los incendios inducidos y los que se dan de manera natural, como sucedió en la región de la Chontalpa, en donde los monos comenzaron a padecer las afectaciones puesto que la mayoría del agua que consumen la toman directamente de las hojas, más que de la fruta.
Puntualizó que los árboles también tienen estrés hídrico y los monos al no contar con agua suficiente y estar sobrecalentados por su cantidad de pelo, no se mueven para buscar alimento y agua en otro lugar porque pierden energía, y al no tener nutrientes caen.
El investigador de la UV consideró que, para conocer con certeza el impacto real de las condiciones climáticas, habrá que esperar dos o tres años porque murieron muchas hembras, lo que disminuirá la población y se tendrá que esperar a que los infantes se desarrollen hasta alcanzar su etapa de reproducción.