México es uno de los 5 países más adictos al café en Latinoamérica. Según cifras oficiales, el consumo promedio por mexicano es de 1.4 kilos al año; así es, despertamos, trabajamos y convivimos gracias a una, dos o más tazas al día, pero esta arraigada tradición está en peligro por una enfermedad presente en prácticamente todos los cultivos. Si te inquieta pensar, ¿qué haríamos sin café? Este texto es para ti.
La roya es ocasionada por un hongo llamado Hemileia vastatrix, el despiadado enemigo del café. Cuando se presenta se observa un polvillo amarillento-anaranjado en el envés de la hoja, eso significa que las esporas del hongo han invadido la planta y tomado sus nutrientes, de modo que la hoja se debilita y cae, en consecuencia, se afecta el movimiento de nutrientes en la planta, el fruto no madura y, finalmente, se pierde.
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Debido a la roya, entre el 2013 y 2014 se perdió en México entre el 40 y 50 por ciento de la producción nacional, una verdadera catástrofe para miles de cafetaleros de un país que se encuentra en el 11º lugar de producción a nivel mundial, y especialmente para estados como Chiapas y Veracruz, donde se producen 41 y 24 por ciento del total.
Esta situación obligó a buscar estrategias de prevención. La primera es el uso de agroquímicos, pero su aplicación periódica es costosa y con un fuerte impacto ambiental. La segunda, el manejo integral del cultivo, que involucra actividades para mantenerlo sano y lograr una buena producción, acciones laboriosas y también costosas.
La tercera y más eficiente es la renovación de cafetales, que consiste en sembrar variedades resistentes a la roya obtenidas a partir de mejoramiento genético con características deseables de taza y rendimiento. Sin embargo, en los últimos años los cafetaleros han detectado la roya en plantaciones que en principio se consideraban resistentes
Y es que el hongo evoluciona más rápido. Tiene un ciclo de vida corto que se puede completar en 21 días, en contraste, la planta de café puede durar entre 25 a 30 años.
Esto significa que en cada “generación” el hongo tiene muchas más oportunidades de modificar su genética, adaptándose, adquiriendo genes capaces de romper el escudo genético (la resistencia) que las plantas antes tenían. La roya tiene nuevas variantes aún más agresivas, según prueban investigaciones a nivel mundial.
Se asoma una nueva epidemia, por eso es estratégico (y urgente) apoyar a los cafetaleros desde las universidades y centros científicos. Tenemos que estudiar cómo funciona el hongo para encontrar sus debilidades, desarrollar nuevas variedades resistentes, y también alternativas económicamente viables para el manejo del cultivo y de la enfermedad. Las alarmas están encendidas.
*Doctorado en Ciencias en Ecología y Biotecnología INBIOTECA -UV