¿Sabes cuántos litros de agua se utilizan para que finalmente puedas tomar una taza de café? La respuesta es 140 litros, pues para producir un kilo de café tostado se requieren 21 mil litros de agua.
La investigadora Ana Lucrecia Nadal Fuentes, maestra en Seguridad Alimentaria y doctora en Ciencia y Tecnología Ambientales, expone la necesidad de tener una mayor conciencia de la huella hídrica de los alimentos ante el reto que significa el aumento de población y la creciente demanda de productos y servicios.
“El volumen de recursos hídricos potencialmente utilizables del planeta tiene un valor máximo que no puede superarse”, advirtió en el tercer foro académico internacional “Ecología urbana, tecnología e innovación para la sustentabilidad”, coordinado por la Universidad Veracruzana.
Mencionó que la seguridad alimentaria y la seguridad hídrica son complementarias, por lo cual se debe optar por alternativas como los sistemas productivos sustentables y locales, dietas con una menor cantidad de carnes, así como evitar productos ultraprocesados.
En conferencia didáctica, enfatizó la importancia de que haya sociedades más sensibles al tema de escasez de agua, la sequía y la hambruna.
Recordó que así como el cuerpo tiene un 70 por ciento de agua, la Tierra también, pero solo el 2.8 por ciento es agua dulce, de la que 17 por ciento es hielo y nieve; 21.3 está en el subsuelo; 0.69, en lagos, ríos y pantanos, y 0.1 por ciento, en plantas y animales.
Puntualiza que del 22 por ciento del agua de la que se puede hacer un consumo directo porque está disponible, el 70 por ciento se lo lleva la agricultura.
Bloques de la huella hídrica
Al ahondar en la huella hídrica, recuerda que esta divide al agua en tres bloques: agua azul, agua verde y agua gris. La primera se trata de recursos hídricos dulces que se utilizan para fabricar un producto o servicio.
La verde es la de lluvia que se almacena en el suelo en forma de humedad y que se evapora durante el crecimiento de los cultivos, mientras la gris es la contaminada como resultado de un proceso.
“La huella hídrica es la suma de las tres aguas que requiere un producto o servicio durante todo su proceso de elaboración. Cuantifica toda el agua para la creación de objetos, producción de alimentos y para servicios”, detalla.
Añade que la huella se usa para calcular la cantidad total de toda el agua que cada persona, región, país, proceso y servicio utiliza diariamente, y sirve para tomar conciencia del consumo de agua necesaria en todas las actividades.
“La huella nos sirve también para tener un valor de referencia en nuestro uso del agua para establecer un manejo eficiente y el establecimiento de objetivos”, indica.
Al ahondar en la agricultura y los alimentos, apunta que todos tienen una huella hídrica pero la magnitud depende de la cantidad de procesos involucrados.
Ejemplifica que una res requiere más de 15 mil litros de agua en la crianza, pues el animal consume en promedio 7 mil 200 kilos de forrajes, mil 300 kilos de granos, 7 mil litros de agua para mantenimiento y 2 mil 400 litros de agua para beber; en cuanto a un kilo de calabazas, requiere 147 litros de agua. Un kilo de carne de res es igual a 10 kilos de calabazas.
De forma general, en tres comidas para una persona, diariamente, se gastan entre 2 mil y 5 mil litros de agua; 700 litros son igual a una taza de café, un vaso de leche, dos huevos y dos rebanas de pan.
Solo para tener el dato, la investigadora explica que un jitomate de 70 gramos en promedio necesita 13 litros de agua; una naranja de 100 gramos, 50 litros; una lechuga, 60 litros; una manzana de 100 gramos, 70 litros.
Apunta que también varía el lugar donde se cultiva. No es igual el patio de una casa que aquellos productos que tienen que ser trasladados de un lugar a otro con grandes distancias.
Añade que para una tortilla se necesitan 15 litros; un pan dulce, 60 litros; un bolillo, 70 litros; un tamal, entre 120 y 180 litros. En cuanto a alimentos más procesado, dos “hot cakes”, 320 litros de agua; una bolsa de papas de 200 gramos, 185 litros; una hamburguesa, 2 mil 400 litros, y un pollo, 4 mil 500 litros.
Reitera el llamado a apostar por dietas con menor impacto hídrico que, además, son más saludables. También, a eficientar el uso doméstico del agua.