Veracruz, Ver.- Un edificio antiguo construido a finales del siglo XIX, en el Centro Histórico permanece aún en la memoria de algunos veracruzanos y se niega a ser olvidado.
Se trata del inmueble ubicado en la calle Zamora con la esquina Hidalgo, extendiéndose hasta la esquina de Lerdo, el cual originalmente albergaría al Casino Veracruzano pero finalmente fue adquirido por los hermanos Ramón y José Balsa para fundar la antigua fábrica de puros “La Prueba”.
El negocio llegó a ser tan próspero que diariamente se elaboraban hasta 50 mil puros para exportarlos a diferentes partes del mundo gracias a su fama, sin embargo, al disminuir la popularidad por consumir cigarros, este negocio tuvo que trabajar al mínimo, mudarse de edificio y dar paso a su abandono.
Ricardo Cañas Montalvo, historiador de Veracruz mencionó que actualmente se requiere rescatar ese edificio, ubicado frente al parque Ciriaco Vázquez, para conservar su valor cultural e histórico, al cual le calcula al menos tres años más, antes de que las raíces de los árboles se apropien del terreno, sin que nada se pueda hacer para preservar su estructura original.
Historia de la antigua fábrica de puros “La Prueba” en Veracruz
La fábrica de puros La Prueba data de 1864, un edificio que lamentablemente hoy en día se encuentra abandonado. Aunque no hay forma de acceder, al ser propiedad privada, desde afuera se pueden observar ramas de árboles que se apropian de las paredes y suelo, así como sus largas y pesadas puertas -desgastadas por el paso del tiempo- que se encuentran cerradas con candados.
La historia que dio paso a este icónico lugar del Centro Histórico, que en la actualidad pasa desapercibido para la mayoría de las personas que caminan o manejan por la zona, se remonta a la visión de los hermanos de origen austriaco, que en ese entonces residían en Cuba.
De acuerdo con el historiador, en su visita a Veracruz, Ramón y José Balsa se encontraban en Los Portales y se acercó una persona con aspecto indígena vendiendo puros, “ellos le compraron y cuando comenzaron a fumarlos, se dieron cuenta de la exquisitez de esa hoja, de ese tabaco”.
Al preguntarle al vendedor de puros el origen de estos, respondió que se hacían con una hoja proveniente de Valle Nacional, en Oaxaca, por lo que los hermanos Balsa emprendieron un viaje a esa zona para constatar lo dicho por el indígena.
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Con un descubrimiento extraordinario, como lo fueron las plantaciones, los hermanos decidieron adquirir primero terrenos para el sembradío de la hoja de tabaco, posteriormente se trasladaron a Veracruz para comprar la propiedad y poner su fábrica.
Una creciente fábrica, disponía en su época de apogeo hasta 500 operarios, divididos en tres jornadas de trabajo, prácticamente este lugar no dormía, incluso hasta llegaron a tener su propio sindicato y equipo de béisbol, para recreación de sus empleados.
“Las vitolas se mandaban a hacer con acabados preciosos, había vitolas en donde podías ver la imagen del Rey Jorge II de Inglaterra, otros personajes más, muy hermosas. La goma para cerrar o pegar el puro era una goma natural que traían de Medio Oriente, por barco”, detalló el historiador.
Esa goma de origen natural no alteraba el sabor original del puro, por lo que, por muchos años, estos tabacos se volvieron los más famosos y consumidos por la población en esa época.
Según el texto “Patrimonio industrial de Veracruz en riesgo: dos ejemplos de la participación social en su rescate”, publicado en 2020 a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia en su boletín de monumentos históricos, durante su apogeo económico, la fábrica se amplió y asentó físicamente ocupando un terreno de mil 750 metros cuadrados, con una superficie utilizable de tres mil 500 metros cuadrados y un terreno anexo de 550 metros cuadrados.
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La fachada de la calle Lerdo fue siempre el acceso a la fábrica de puros y de todas sus instalaciones, mismas que contaban con un claustro en dos niveles, con una espectacular escalera imperial. Existía también un en tercer piso, donde eran almacenadas y colgadas las hojas de tabaco antes de su torcido. En la parte posterior se levantaba, en la planta baja, el acceso a vehículos de carga, originalmente carruajes y carretas que transportaban mercancías, posteriormente automotores.
Sobre este patio de servicio o de maniobras cubierto se encontraba la mansión de los patrones, donde vivió originalmente Ramón Balsa y todos sus descendientes. Este lugar a dos niveles constaba de 15 recámaras y 10 estacionamientos, además de salas, dos comedores, cocina y cuartos de servicio. El acceso era por el número 469 de la calle Zamora.
De acuerdo con Cañas Montalvo, este edificio, fue tal vez, el primer recinto que convirtió a la zona centro de Veracruz en una potencia industrial. Su gloria fue a principios del siglo XX, que hasta había un salón inmenso en la segunda planta exclusivamente de torcedores, que realizaban un trabajo de estilo cubano, quienes cómodamente escuchaban la lectura de un periódico, que alguien más les leía, mientras trabajaban.
“Todo se hacía de forma natural, hasta que finalmente allá por los años 60 se comenzaron a comprar equipos industrializados y maquinaria que fabricaba puros, entonces se empezó a sustituir el personal. Es una época en que empieza a bajar el gusto de la gente por fumar puro”.
Esto dio paso al declive no solo de una industria tabacalera, sino de un recinto histórico que, en sus mejores años, al pasar por el lugar emanaba un agradable olor proveniente de la hoja, perfumando el ambiente, hasta 1987 que cerró sus puertas.
Aunque en más de una ocasión el edificio ha contemplado proyectos para su preservación y rescate, Cañas Montalvo asegura que en la actualidad está catalogado por el INAH como un recinto histórico y cultural, por lo que toda restauración que se desee realizar, hay que solicitar la autorización a este organismo, mediante un proceso técnico administrativo.