Mitzi Jaqueline Mora Castillo, estudia la preparatoria y vende cocos en los mercados de Xalapa. Ella cursa la preparatoria en el sistema sabatino y el resto de los días cuenta con un sitio para vender agua de coco y apoyar a su familia.
De 19 años estudia la preparatoria en la modalidad sabatina en el Colegio Preparatorio de Xalapa; quiere ser una profesionista aunque todavía no tiene definida que carrera estudiar, “lo estoy pensando”.
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¿Cómo sortean la crisis la familia de Mitzi Jaqueline?
Comenta que su familia trabaja duro todos los días. “Mientras mi papá se va a un mercado yo atiendo un puesto en otro y el día que estudia trabaja mi mamá, así buscamos salir adelante de esta crisis”.
Relata que antes vendían frutas y verduras, pero con la pandemia tuvieron que dejar esa actividad y ahora han optado por los cocos “y nos ha ido mejor”. Cada coco que incluye la pulpa y el agua tiene un costo de 30 pesos, también vende mangos y otras frutas de temporada. Comenta que junto con su padre decidieron emprender con los cocos que se comercializan junto con el agua, con gran destreza corta este fruto que tiene una cáscara dura y le saca el agua antes de partirlo a la mitad para sacarle la pulpa y ofrecer con chile, limón y sal a los clientes que pasan observando su actividad.
Todos los días por la tarde su padre va a la zona de Plan del Río o por las playas a comprar 100 frutos, “a veces sacamos todos el mismo día, pero si quedan y se ponen recios los hacen cocada que también vende en su puesto en los mercados ambulantes de la ciudad.
Alegre y optimista accede rápidamente a la entrevista. “Claro que sí, me siento muy orgullosa de mi trabajo y me gusta que la gente vea que me gusta emprender y apoyar a la familia”.
Comenta que su mamá prepara las cocadas y bolitas de tamarindo natural o la versión que le pone picante. Cada cocada cuesta 15 pesos, mientras que tres bolas de tamarindo a 10 pesos.
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Su negocio se mueve a todos los tianguis de la ciudad, los lunes están en la Ébano y El Sumidero; martes están en Ruiz Cortines y en la calle Rafael Lucio; miércoles uno se pone en la colonia Emiliano Zapata y otro en Rébsamen; jueves uno en Circunvalación y otro en Araucarias, y así sucesivamente, comenta.
Ella no trabaja viernes y sábados, porque los dedica a sus tareas y a acudir a la escuela, “por me gusta la preparatoria y quiero salir para continuar estudiando, pero todavía no me decido”. Con su machete en mano corta a la mitad el coco después de sacarle el agua que entrega a los clientes; coloca el líquido en una bolsa y en otra coloca la pulpa para ponerle los aderezos que le piden los compradores.
Sus padres y ella trabajan todos los días, no hay descansos porque cuando no se va al puesto se estudia o hacen preparaciones en el hogar, el trabajo duro comenta es lo que ayuda a su familia a buscar un futuro mejor. Comenta que el trabajo es el único medio para obtener un futuro mejor, concluye.